“No me dejes caer jamás”, era la frase que la jovencita Luisa Buitrago quiso hacerse debajo del pecho, por lo que acudió donde un vecino que le cobraría 13 dólares por hacerle un tatuaje en Casanare, Colombia.
Poco después del tatuaje, la joven tuvo que ser internada en el hospital. Ella comenzó a sentir dolores muy fuertes en la espalda; dice que al comienzo eran “punzadas”.
Una vez hospitalizada en un centro de salud de Villavicencio, los médicos le informaron a la adolescente que habían hallado una bacteria que le había perjudicado la médula espinal y el nervio ciático.
La bacteria, asegura Buitrago habría ingresado en su cuerpo a través de la aguja de la máquina para tatuar.
Lo más probable, le aseguraron los doctores del hospital, es que la infección bacteriana fuera transmitida a causa de la falta de asepsia, en el lugar donde se realizó el tatuaje y en los instrumentos de trabajo que el tatuador usó.