Un estudio reciente publicado en la revista científica ‘PubMed’ revela que el ejercicio físico puede ser un aliado en la lucha contra el insomnio, pero el momento en que se realiza es crucial. Hacer ejercicio al menos dos horas antes de acostarse favorece un sueño de calidad, mientras que una actividad física demasiado cercana a la hora de dormir puede tener el efecto contrario.
Al hacer ejercicio, aumenta la temperatura corporal y se libera cortisol, una hormona del estrés. Si el entrenamiento tiene lugar por la noche, especialmente con mucha luz, puede bloquearse la liberación de melatonina, la hormona responsable de facilitar el sueño. El estudio demuestra que la actividad física realizada dos horas antes de acostarse mejora el inicio y la duración del sueño, sobre todo en personas sedentarias.
Sin embargo, no existe una regla universal. Algunas personas se sienten muy bien después de los entrenamientos nocturnos, mientras que otras tienen dificultades para conciliar el sueño. Para optimizar la calidad del sueño, se recomienda hacer ejercicio por la mañana, por la tarde o a primera hora de la noche, evitar las discusiones y reducir el uso de pantallas. Este enfoque ayuda a equilibrar los neurotransmisores y favorece un sueño reparador, esencial para la recuperación física y mental.
Este estudio destaca la importancia de ajustar los hábitos de ejercicio para combatir el insomnio y mejorar la calidad del sueño en general.