Cepillarse los dientes es una forma de mantener a raya las caries, así como de lucir una sonrisa brillante y tener un aliento fresco. Pero todos nos hemos saltado alguna vez este gesto, especialmente a última hora del día, ya sea por olvido o por pereza. ¿Sabe las consecuencias que tiene semejante descuido?
La ausencia de saliva antibacteriana durante la noche significa que somos vulnerables a los agentes causantes de las caries y enfermedades de las encías.
Al dormir, salivamos muy poco, el movimiento de lengua, mejillas y labios es menor, y teniendo en cuenta que la saliva es la encargada de limpiar nuestra boca naturalmente, “el cepillado nocturno es el más importante para evitar que los alimentos estén en contacto con nuestros dientes durante muchas horas, lo que conduciría a un aumento de las enfermedades dentales”.
En la boca se alojan unos 600 tipos de bacterias, y aunque algunas ayudan a mantener el equilibrio de la flora, otras predisponen a enfermedades como la caries, la gingivitis y la periodontitis.
Estas bacterias intentan fijarse continuamente a nuestros dientes, pero ese proceso es frenado por la acción de la saliva, la lengua y el cepillado. Y producen un ácido durante todo el día, más cuando está comiendo, por lo que la única forma de deshacerse de esa película de placa es cepillándose al menos dos veces diarias, mejor tres, para eliminar subproductos ácidos que pueden dañar su esmalte y causar caries.
¿Por qué es más perjudicial saltarnos el cepillado de antes de dormir que aquel que hacemos tras el desayuno o el almuerzo?
¿Por qué las bacterias tienen más tiempo para hacernos daño?
Desde que nos acostamos hasta el día siguiente, tras el desayuno, pueden transcurrir más de 10 horas. Por tanto, suponiendo que nos cepillemos después de cada comida, el tramo nocturno se presenta para las bacterias como el más extenso para poder campar a sus anchas.
La primera amenaza que aparece sobre nuestro esmalte después de un tiempo sin cepillarnos se denomina biopelícula dental y suele necesitar unas 12 horas para formarse. Sobre ella comenzará a acumularse y formarse la placa bacteriana.
Si acortamos los tiempos entre cepillado, no daremos pie a que se forme y, por tanto, tendremos menos posibilidades de sufrir caries o inflamación de encías (gingivitis y periodontitis).Segundo: producimos menos saliva
La saliva protege nuestros dientes ya que, por un lado, regula el pH y neutraliza los ácidos generados por la fermentación de los alimentos; y, por otro. Sin embargo, la segregación de saliva sigue un ciclo en nuestro organismo, lo que significa que por la noche segregamos menos cantidad y, como consecuencia, nuestra boca está más desprotegida y las bacterias pueden adherirse más fácilmente a nuestros dientes.
Disminuye el pH de la boca
Durante la noche, el pH de la cavidad oral disminuye, creando un ecosistema más ácido y, por tanto, más propicio para el crecimiento de las bacterias anaerobias, causantes de las enfermedades periodontales. Puesto que no podemos evitar segregar menos saliva durante la noche o que disminuya el pH de nuestra boca, lo único que sí está en nuestras manos es cepillarnos los dientes antes de dormir para evitar que al biofilm bacteriano le dé tiempo a formarse.