Somos lo que comemos, este refrán tiene cierto nivel de certeza, ya que un cuerpo bien nutrido es un cuerpo sano, con menores posibilidades de contraer enfermedades y de gozar un mayor tiempo de calidad de vida. Comer en forma balanceada disminuye el riesgo de enfermedades crónicas tales como enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, cáncer, hipertensión arterial, hígado graso, síndrome metabólico, entre otras.
¿En qué consiste una buena alimentación?
Una dieta equilibrada debe incluir suficientes cantidades de cereales, leguminosas, frutas, verduras, lácteos, carnes, pescados, aceites y grasas, así como una adecuada hidratación. Esto permitirá que las reservas de minerales, como el calcio, hierro, ácido fólico y zinc, estén dentro de los rangos adecuados y se evite el riesgo de enfermedades relacionadas con el déficit de estos.
¿Qué hace que los alimentos sean beneficiosos para nuestra salud?
La composición química de los alimentos es la que explica su efecto en nuestra salud. Los flavonoides, fenoles, omega 3, entre otros son las que actúan en nuestro organismo como inhibidores de la oxidación o inhibidores del crecimiento de células cancerígenas.
Los carbohidratos que contienen los granos, cereales, verduras y frutas nos proveen de la energía necesaria para realizar todas nuestras actividades cotidianas. Este grupo de alimentos debe constituir aproximadamente el 55% de los alimentos consumidos durante el día.
La ingesta de proteínas es necesaria para la renovación celular. Un aporte insuficiente de proteínas conlleva a la disminución de la masa muscular, de la resistencia a las infecciones y retraso en el proceso de cicatrización. Las proteínas deben constituir alrededor del 15% del consumo total de alimentos.
Es frecuente recibir consejos sobre determinado alimento que tiene propiedades que ayudan a fortalecer la salud y que por lo tanto debemos consumirlo, como por ejemplo las almendras. Éstas reducen los niveles de colesterol y los riesgos de sufrir un infarto y otros problemas cardiacos; el banano evita el riesgo de infarto cerebral; las manzanas y tomates previenen enfermedades respiratorias como el asma. También el chocolate, en dosis moderadas, es bueno para la salud de nuestro corazón, y la lista es interminable.
En realidad, cada alimento disponible en la naturaleza es beneficioso para nuestra salud por lo que el priorizar alguno puede traer como consecuencia el descuidar el consumo de otro que también es importante.
Es importante destacar que el plan nutricional debe incentivar el uso de alimentos regionales y adecuarse a los gustos y preferencias personales, a los hábitos familiares y culturales y al nivel de actividad física de cada individuo.