Es uno de los trastornos del sueño que atentan contra el buen descanso y está frecuentemente asociado con el sobrepeso. Un experto explica cómo mejorar esta condición es clave para evitar las graves consecuencias de dormir mal
La obesidad es una epidemia mundial y esto genera que cada vez haya más personas que sufren el síndrome de las apneas obstructivas del sueño (SAOS), uno de los trastornos del sueño más frecuentes.
La apnea es una dificultad respiratoria mientras uno duerme. Eso significa que la persona deja de respirar por lapsos cortos o más prolongados. El resultado es una falta de oxigenación en el organismo que genera un desgaste en el área ventilatoria y provoca un descanso más superficial ya que el organismo está alerta y no se permite una relajación y un sueño más profundo.
Si las apneas son prolongadas, es decir que el paciente no respira por períodos más largos, aumenta el riesgo de un paro cardiorrespiratorio y de muerte súbita. Aquí radica uno de los riesgos asociados más importantes que presenta la obesidad y el síndrome de apnea obstructiva del sueño.
Si bien no todos los casos de SAOS se dan en gente obesa, se estima que entre el 40% y el 90% de las personas con obesidad padecen las apnea de tipo obstructivo y que entre el 50% y el 70% de pacientes con SAOS presenta obesidad. Un estudio publicado en la revista The Lancet en 2019 sirve para entender el impacto de este trastorno en cantidad de afectados: Alrededor de 1.361 millones de personas de entre 30 y 69 años en todo el mundo conviven con esta alteración del sueño (cerca de 936 millones son cuadros severos y 425 millones, moderados).
La relación de las apneas con la obesidad es de ida y vuelta. Por un lado, se ha demostrado que, a mayor índice de masa corporal, mayor gravedad de las SAOS. Por otro lado, menos horas de sueño predisponen para desarrollar obesidad y conspira contra la reducción de peso.
La obesidad, sobre todo la severa y la mórbida, acumula también tejido graso en el cuello provocando una protrusión o el aplastamiento de las vías aéreas superiores al momento de dormir, lo que obstruye el paso del aire. Además, esta adiposidad aumentada en todo el cuerpo produce una compresión torácica. Las apneas conllevan complicaciones muy importantes. De hecho, la combinación de la obesidad mórbida y apnea severa aumenta aún más el riesgo de sufrir una muerte súbita.
Las apneas obstructivas pueden mejorar mucho o incluso desaparecer cuando la persona baja de peso y eso permite un cambio sustancial en la calidad de vida.