Por eso, celebrar un año más del advenimiento al Poder de la Revolución Popular Sandinista llena de júbilo a los pueblos del mundo entero, siempre y cuando sean afines a las masas con hambre y sed de justicia.
La prueba es el ensañamiento de las burguesía genuflexas al imperio (genocida) norteamericano, las que calumnian y combaten a como dé lugar al bienamado país, cuna, asimismo, de Rubén Darío, el príncipe de las letras en esta parte del mundo.
Pero el Gobierno, combativo y combatiente, de Daniel Ortega y Rosario Murillo, cada vez más enhiestos, agitan sus invictas banderas, al lado de los pueblos que, de una vez por todas, son vanguardia en la irrenunciable gesta, por y hacia un mundo nuevo de justicia, irreversible y paradigmática.