Las mujeres, en particular las del Tercer Mundo, a menudo se encuentran con una capacidad limitada para participar en las organizaciones comunitarias y en la vida política, debido a la servidumbre que les impone la pobreza y su rol sexual tradicional. Sobre ellas recae la responsabilidad exclusiva del cuidado de sus hijos y demás familiares, especialmente cuando están enfermos; mantienen el hogar, cocinan las comidas, lavan los platos, la ropa, bañan a los niños, limpian la casa, remiendan la ropa. Este trabajo se convierte en trabajo manual interminable cuando los hogares no tienen electricidad (sin luz, sin refrigerador, sin dispositivos eléctricos que ahorran trabajo) y sin agua potable en la casa. La carga de este trabajo impide la participación social, la autoexpectativa y la educación de la población femenina.
Las mujeres en el Tercer Mundo (y cada vez más en el Primer Mundo imperial) enfrentan problemas de violencia en el hogar y en público, problemas de comida y agua para la familia, de vivienda adecuada y falta de atención médica para la familia, y su propia falta de acceso a la educación y por tanto, a las oportunidades de trabajo.
En Nicaragua, antes de la revolución sandinista de 1979, los hombres generalmente asumían pocas obligaciones para con sus hijos; a menudo abandonaban a la familia, dejando el cuidado a las mujeres. No era raro escuchar los abusos que los hombres infligían a las mujeres, ver mujeres corriendo donde un vecino en busca de refugio. No era raro encontrar niños huérfanos cuyas madres morían en el parto, ya que la mortalidad materna era alta. Las enfermedades comunes se agravaban porque había pocos hospitales y si los había se exigía el pago al contado.
Después de la victoria sandinista de 1979, las condiciones de vida de las mujeres mejoraron significativamente, logros que el período de gobierno neoliberal (1990-2006) no logró anular por completo. A lo largo del segundo período sandinista (2007-hasta hoy día), la situación material y social de la mujer volvió a dar pasos agigantados.
El mayor avance lo han tenido las mujeres pobres de las zonas rurales y barrios, históricamente sin seguridad, electricidad, agua y servicios sanitarios, atención médica o caminos pavimentados. La liberación alcanzada por las mujeres durante la era sandinista no se puede medir sólo por criterios que se aplican en América del Norte (igual salario por igual trabajo, derecho al aborto, derecho a cuidado infantil asequible, libertad contra la discriminación sexual).
La liberación de la mujer en los países del Tercer Mundo implica asuntos que pueden no parecer en la superficie, como cuestiones de derechos de la mujer. Estos incluyen pavimentación de caminos, mejoramiento de viviendas, legalización de la tenencia de la tierra, programas de alimentación escolar, nuevas clínicas y hospitales, electrificación, plomería, campañas de alfabetización, agua potable, programas de ayuda a los campesinos y programas de reducción del crimen.
Debido a que la mitad de las familias nicaragüenses están encabezadas por madres solteras, este desarrollo de infraestructura promueve la liberación y el bienestar de las mujeres. Los programas gubernamentales que directa o indirectamente acortan las horas de trabajo pesado en el hogar, liberan a las mujeres para que puedan tener mayor participación en la vida comunitaria y aumentan su confianza en sí mismas y su liderazgo. Un país no puede tener mayor logro democrático que la participación plena e igualitaria de las mujeres.
Liberación de las mujeres impulsada con los programas Hambre Cero y Usura Cero del FSLN
Estos programas, iniciados en 2007, elevan la posición socioeconómica de las mujeres. Hambre Cero proporciona cerdos, una vaca preñada, pollos, plantas, semillas, fertilizantes y materiales de construcción a mujeres en áreas rurales para diversificar su producción, mejorar la dieta familiar y fortalecer las economías domésticas dirigidas por mujeres. Los insumos agrícolas se ponen a nombre de la mujer, equipando a las mujeres para que se conviertan en productoras más autosuficientes; dándoles control y seguridad sobre los alimentos para sus hijos. Esto rompe la dependencia histórica de las mujeres de los hombres como sostén de la familia y fomenta su confianza en sí mismas. El programa ha ayudado a 275.000 familias pobres, más de un millón de personas (de un total de 6,6 millones de nicaragüenses) y ha aumentado tanto su propia seguridad alimentaria como la soberanía alimentaria del país.
Nicaragua ahora produce cerca del 90% de sus propios alimentos y la mayoría proviene de pequeños y medianos agricultores, muchos de ellos mujeres. Como señaló correctamente Fausto Torrez de la Asociación de Trabajadores del Campo de Nicaragua (ATC), “una nación que no puede alimentarse a sí misma no es libre”.
El programa Usura Cero es un mecanismo de microcrédito que cobra 0,5% de interés anual, no el promedio mundial de microcrédito del 35%. Más de 445.000 mujeres han recibido estos préstamos a bajo interés, generalmente tres préstamos cada una. El programa no sólo empodera a las mujeres, sino es un factor clave para reducir la pobreza, abrir fuentes de talento e impulsar un crecimiento diversificado y sostenible. Muchas mujeres que reciben préstamos han convertido sus negocios en cooperativas, proporcionando trabajo a otras mujeres. Desde 2007, se han formado alrededor de 5900 cooperativas, de las cuales 300 son cooperativas de mujeres.
La pobreza se ha reducido del 48% en 2007 al 25% y la pobreza extrema del 17,5% al 7%. Esto benefició en particular a las mujeres, ya que los hogares de madres solteras eran las que más sufrían el flagelo de la pobreza. Los programas Hambre Cero y Usura Cero han disminuido la violencia doméstica tradicional, dado que las mujeres en situación de pobreza sufren mayor riesgo de violencia y abuso.
Dotar a las mujeres de títulos de propiedad es un paso hacia la liberación de la mujer
Dado la mayoría de los nicaragüenses viven de la agricultura a pequeña escala o de pequeños negocios, poseer el título de propiedad legal es una preocupación importante. Entre 2007 y 2021, el gobierno del FSLN ha entregado 451.250 títulos de propiedad en el campo y la ciudad, siendo las mujeres el 55% de los propietarios beneficiados. Proporcionar a las mujeres el título legal de su propia tierra fue un gran paso hacia su independencia económica.
Los programas de infraestructura amplían la libertad de las mujeres
El gobierno sandinista financió la construcción o renovación de 290.000 viviendas desde 2007, de forma gratuita para las personas en extrema pobreza, o con préstamos a largo plazo sin intereses para otras familias. Esto ayudó a más de un millón de nicaragüenses, en particular a las madres solteras, que encabezan la mitad de todas las familias nicaragüenses.
En 2006 sólo el 65% de la población urbana contaba con agua potable; ahora el 92% lo tiene. El acceso a agua potable en las zonas rurales se ha duplicado, del 28% al 55%. Esto libera a las mujeres de la ardua caminata diaria al pozo del pueblo para llevar baldes de agua a casa para cocinar cada comida, lavar los platos y la ropa y bañar a los niños. Los hogares conectados a sistemas de eliminación de aguas residuales han crecido del 30% en 2007 al 57% en 2021.
Ahora el 99% de la población tiene electricidad en comparación con el 54% en 2006. Como sabemos por los apagones eléctricos, la electricidad libera significativamente nuestras vidas de tareas que consumen mucho tiempo. El alumbrado público se ha más que duplicado, aumentando la seguridad para todos. La electricidad doméstica confiable permite el uso de dispositivos eléctricos que ahorran trabajo, como el refrigerador y la plancha eléctrica.
Hoy, internet de alta velocidad conecta y une a la mayor parte del país, reduciendo el aislamiento de las personas y la falta de acceso a la información. Prácticamente todo el mundo tiene un teléfono celular y ahora hay Internet gratis disponible en muchos parques públicos.
El sistema vial de Nicaragua se encuentra entre los mejores de América Latina y el Caribe, ya que se han construido más carreteras en los últimos 15 años, que las que se construyeron en los doscientos años anteriores. Las ciudades periféricas ahora están conectadas a la red nacional. Las mujeres de las zonas rurales pueden viajar a otros lugares para trabajar, vender sus productos en los mercados cercanos, asistir a eventos en otros pueblos y llevarse a sí mismas o a sus hijos al hospital. Esto contribuye a la lucha contra la pobreza y la lucha por la liberación de la mujer.
Mejores carreteras y viviendas, acceso casi universal a electricidad e Internet, así como plomería interior alivian en gran medida las cargas que pesan sobre las mujeres amas de casa y les ofrecen mayor libertad para participar en el mundo en que viven.
El Sistema Educativo Sandinista Emancipa a la Mujer
El carácter humanitario de los gobiernos del FSLN, frente al desprecio de los anteriores regímenes neoliberales, se observa en las estadísticas sobre analfabetismo. Cuando triunfó la revolución en 1979, el analfabetismo superaba el 56%. En diez años se redujo al 12%. Sin embargo, al final del período neoliberal de 16 años en 2006, que desmanteló el sistema de educación gratuita, el analfabetismo había aumentado nuevamente al 23%. Hoy el gobierno del FSLN ha reducido el analfabetismo a menos del 4%.
Bajo el FSLN la educación es completamente gratuita, eliminando las cuotas escolares exigidas por el Fondo Monetario Internacional durante el período neoliberal. Esto, combinado con los programas de ayuda para mujeres pobres, ha permitido que 100.000 niños regresen a la escuela. El gobierno inició un programa de alimentación escolar, una comida nutritiva para 1,5 millones de niños en edad escolar y preescolar todos los días. Los alumnos de preescolar, primaria y secundaria reciben mochilas, anteojos cuando los necesitan y los alumnos de escasos recursos reciben uniformes sin costo alguno. Hoy en día, una proporción mucho mayor de niños puede asistir a la escuela, lo que brinda más oportunidades para que las madres trabajen fuera del hogar.
Nicaragua ha establecido un sistema de guardería gratuito a nivel nacional, que ahora cuenta con 265 centros. Las madres pueden llevar a sus hijos pequeños a la guardería, liberándolas de otro de los principales obstáculos para ingresar a la fuerza laboral. Los niños reciben desayuno, almuerzo y dos meriendas durante el día en estos centros de desarrollo infantil.
Gracias al sistema médico gratuito, los programas Hambre Cero, Usura Cero y otros, la desnutrición crónica en niños menores de cinco años se ha reducido a la mitad y la desnutrición crónica en niños de seis a doce años se ha reducido en dos tercios. Ahora es raro ver niños con desnutrición visible, lo que elimina otra preocupación de las madres.
Las escuelas y los negocios nunca cerraron durante la pandemia de Covid, y el sistema de salud de Nicaragua ha estado entre los más exitosos del mundo en el manejo de esta pandemia. El país tiene el número más bajo de muertes por Covid por millón de habitantes entre todos los países de las Américas.
Nicaragua también ha construido un sistema de parques, juegos infantiles y otras actividades de recreación gratuita donde las madres pueden llevar a sus hijos.
En todo el sistema escolar, el Ministerio de Educación promueve una cultura de igualdad de derechos y no discriminación. Ha implementado la nueva asignatura “Derechos y Dignidad de la Mujer”, que enseña a los estudiantes sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de acoso y abuso y las injusticias del sistema patriarcal. Se lanzaron campañas para promover la participación tanto de mamá como de papá en la educación de los hijos, resaltando que asistir a las reuniones o presentaciones escolares es responsabilidad compartida de ambos padres.
Sistema de Salud Gratuito Sandinista libera a las mujeres
En marcado contraste con los años neoliberales en Nicaragua, con la destrucción del sistema médico, en contraste con otros países centroamericanos y los Estados Unidos con su atención médica privatizada con fines de lucro, los sandinistas han establecido una atención médica pública preventiva, gratuita y basada en la comunidad. En consecuencia, la esperanza de vida ha aumentado de 72 años en 2006 a 77 años en la actualidad, igualando el nivel de Estados Unidos.
Las unidades de salud del país suman más de 1700, incluyendo 1259 puestos de salud y 192 centros de salud, un tercio construido desde 2007. El país cuenta con 80 hospitales, 22 de ellos construidos en los últimos años y 46 hospitales remodelados y modernizados. Nicaragua pone a disposición 178 casas maternas cercanas a centros médicos para futuras madres con embarazos de alto riesgo o provenientes de zonas rurales, donde pueden permanecer durante las últimas semanas de embarazo.
Estados Unidos es el país más rico de América, mientras que Nicaragua es el tercero más pobre. Sin embargo, en Estados Unidos desde 2010, más de 100 hospitales rurales han cerrado y menos del 50 % de las mujeres rurales tienen acceso a servicios perinatales dentro de un radio de 30 millas desde su hogar. Esto ha afectado de manera desproporcionada a las mujeres de bajos ingresos, en particular a las mujeres negras y latinas.
Nicaragua ha equipado 66 clínicas móviles, que brindaron casi 1,9 millones de consultas en 2020. Estas incluyen exámenes de detección de cáncer de cuello uterino y de mama, lo que ayudó a reducir la tasa de mortalidad por cáncer de cuello uterino en 34 % desde 2007. El número de mujeres que realizan la prueba papanicolaou aumentó de 181,491 en 2007 a 880,907 en 2020.
En la era pre-sandinista, una cuarta parte de las mujeres embarazadas daban a luz en casa, sin asistencia médica. Había pocos hospitales y las mujeres embarazadas a menudo tenían que recorrer caminos de tierra en mal estado para llegar a una clínica u hospital. Ahora las mujeres no necesitan preocuparse por llegar a un hospital distante durante la labor de parto, porque pueden permanecer en una casa materna local durante las últimas dos semanas de sus embarazos y ser supervisadas por médicos. En 2020, 67,222 mujeres embarazadas se alojaron en alguno de estos hogares y pudieron estar acompañadas por sus madres o hermanas. Como resultado, el 99% de los nacimientos hoy son en centros médicos y la mortalidad materna cayó de 115 muertes por cada 100.000 nacimientos en 2006 a 36 en 2020. Son pasos de gigante en la liberación de la mujer.
Contrariamente a la indiferencia hacia las mujeres en Estados Unidos, las madres nicaragüenses reciben un mes sin trabajar antes de que nazca su bebé y dos meses después del parto; incluso los hombres tienen quince días de descanso cuando nace su bebé. Las madres también reciben leche gratis durante 6 meses, aunque la mayoría de las mujeres amamantan al menos durante los primeros seis meses. Los hombres y las mujeres tienen cinco días de descanso cuando se casan.
La cuestión del derecho al aborto
La ley que declara ilegal el aborto, eliminando la excepción de “vida y salud de la madre”, fue aprobada en la Asamblea Nacional en el 2006 durante la presidencia de Bolaños. También hubo una campaña bien organizada y financiada por católicos y evangélicos en toda América Latina, así como grandes marchas en Nicaragua durante los dos años anteriores a favor de esta ley. La ley, apoyada por el 80% de la población, fue propuesta inmediatamente antes de las elecciones presidenciales como una estrategia de Bolaños para obtener votos. Los sandinistas eran minoría en la Asamblea Nacional en ese momento y los legisladores del FSLN fueron liberados de la disciplina partidaria para la votación. La mayoría se abstuvo, mientras varios votaron a favor. La ley nunca ha sido implementada o rescindida.
Desde el regreso al poder de los sandinistas en 2007, ninguna mujer ni profesional de la salud gubernamental o privada ha sido procesada por cualquier acción relacionada con el aborto. Cualquier mujer cuya vida está en peligro recibe un aborto en los centros de salud u hospitales públicos. Existen muchos lugares para que las mujeres aborten; ninguno ha sido cerrado ni atacado, ni es clandestino. La píldora del día después y los servicios anticonceptivos están ampliamente disponibles.
Medidas sandinistas para liberar a las mujeres de la violencia
Nicaragua ha creado 102 Comisarías de la Mujer, unidades especiales que incluyen la protección de mujeres y niños de la violencia y el abuso sexual e intrafamiliar. Ahora las mujeres pueden hablar con mujeres policías sobre delitos cometidos en su contra, ya sea abuso o violación, lo que facilita y hace más cómodo para las mujeres presentar denuncias, recibir asesoramiento sobre traumas y garantizar que los delitos violentos contra las mujeres sean procesados de manera exhaustiva y oportuna.
Las mujeres constituyen el 34,3% de los 16.399 agentes de la Policía Nacional, una cifra elevada para un Departamento de Policía. Por ejemplo, la Policía de la ciudad de Nueva York y Los Ángeles está compuesta en un 18 % por mujeres y en Chicago un 23 %.
Naciones Unidas destaca a Nicaragua como el país más seguro de Centroamérica, con la tasa de homicidios más baja, 7,2 por 100.000 (frente a 13,4 en 2006), menos de la mitad del promedio regional de 19. También tiene la tasa de feminicidios más baja de Centroamérica (0,7 por 100.000), una prueba más del compromiso sandinista de acabar con el maltrato a la mujer. El gobierno organiza asambleas ciudadanas de seguridad para crear conciencia sobre la violencia contra las mujeres y para manejar las vulnerabilidades que enfrentan las mujeres en la familia y la comunidad. El Ministerio de la Familia realiza visitas casa por casa para incidir en la prevención de la violencia contra la mujer y el abuso sexual infantil.
Nicaragua es el país más exitoso en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado de la región centroamericana, liberando a las mujeres de la inseguridad que las azota en lugares como Ciudad Juárez en México.
Liderazgo de la Mujer en el Gobierno de Nicaragua
Los avances de las mujeres durante la segunda etapa del FSLN se reflejan en su participación en el gobierno. La Dirección Nacional del FSLN de la década de 1980 no tenía mujeres. En 2007, el segundo gobierno sandinista ordenó la representación equitativa de las mujeres, asegurando que al menos 50% de los cargos públicos fueran ocupados por mujeres, desde el nivel municipal, regional, hasta el nacional. Hoy, 9 de los 16 ministros del gabinete del gobierno nacional son mujeres. Las mujeres encabezan el Consejo Supremo Electoral, la Corte Suprema de Justicia, la Procuraduría General, el Ministerio Público y representan el 60% de los jueces. Las mujeres constituyen la mitad de la Asamblea Nacional, de los alcaldes, vicealcaldes y de los concejales municipales. Estas mujeres en altos cargos públicos, son modelo que inspira a las mujeres y niñas a participar en la construcción de una nueva sociedad con relaciones respetuosas y más humanas.
No hay mayor victoria democrática que la liberación de la mujer
El avance logrado en la liberación de la mujer se ve en el Índice Global de Brecha de Género. En 2007, Nicaragua ocupó el puesto 90 en el índice, pero para 2020 saltó al quinto lugar, solo detrás de Islandia, Noruega, Finlandia y Suecia.
Nicaragua es uno de los países que más ha logrado liberar a las mujeres del trabajo doméstico y la esclavitud doméstica debido a sus políticas que favorecen la participación social y política y el progreso económico de las mujeres pobres. Las mujeres han obtenido Comisarías de la Mujer, el reconocimiento legal de su propiedad, nuevos hogares para mujeres maltratadas y para madres solteras pobres, programas económicos que empoderan a las mujeres más pobres. El aborto no está penalizado en la práctica; la mitad de todos los candidatos políticos y titulares de cargos públicos son mujeres; la pobreza extrema se ha reducido a más de la mitad; el trabajo doméstico se ha reducido considerablemente debido a la modernización de la infraestructura nacional; las mujeres cuentan con atención médica accesible y gratuita. En su lucha por la liberación, las mujeres nicaragüenses se están volviendo cada vez más autosuficientes y confiadas para hacer valer sus derechos humanos descuidados durante mucho tiempo. Están revolucionando su autoimagen colectiva y asegurando su papel central en la construcción de una nueva sociedad. Esto fortalece la situación de la clase obrera y los campesinos en su conjunto, al mejorar la calidad de vida de todos y todas, siendo un arma vital para combatir la guerra económica estadounidense. Como observó Lenín, “La experiencia de todos los movimientos de liberación ha demostrado que el éxito de una revolución depende de cuánto participan las mujeres en ella”. Nicaragua es un ejemplo vivo, de que un mundo nuevo es posible.