Han transcurrido siete meses desde que un grupo de aventureros vende patria comprometieron el interés de Nicaragua a los designios extranjeros con las malévolas intenciones de propinar un golpe de estado contra Daniel Ortega y Rosario Murillo que fracasó ante la valentía, inteligencia y paciencia del gobernante.
Pero ¿qué habría pasado en Nicaragua si los golpistas hubiesen logrado una victoria sobre el comandante Ortega?
A juzgar por la saña con la que secuestraron, torturaron, violaron, mataron y profanaron los cuerpos de víctimas inocentes se puede suponer que pretendían hacer desaparecer de la faz de la tierra a todo lo que oliera a sandinismo.
Se mostraron de cuerpo entero porque fueron capaces de destruir y prenderle fuego a las viviendas de nicaragüenses honestos y trabajadores; así como de saquear, vandalizar y destruir negocios públicos y privados.
Asesina confesa al acecho
Desataron una furia desmedida, vomitaron odio y sometieron al pueblo a un secuestro generalizado en los tranqueros criminales.
Los golpistas se ufanan de ser “democráticos, seres pensantes, inteligentes”, pero en realidad son personas siniestras con intenciones malignas que desean asesinar a sus adversarios, tal es el caso del “culto” Oscar René Vargas que propuso que murieran 400 nicaragüenses con tal de matar al presidente Ortega.
Por mucho menos en cualquier parte del mundo Vargas habría sido encarcelado y lo mismo ocurriría con la “periodista” Sofía Montenegro, quien hace unos días entrevistada por el golpista diario La Prensa, confesó sus oscuros deseos de ejecutar un magnicidio mediante la colocación de una bomba en El Carmen, residencia del presidente Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo.
Estos seudo democráticos alegan que en nuestro país no existe libertad de expresión, pero tienen el libertinaje de instigar al crimen, llamar a propinar un golpe de estado y a cometer magnicidio.
La venganza no se habría hecho esperar
Los terroristas golpistas, durante tres meses no sólo provocaron la pérdida de valiosas vidas humanas y un millonario perjuicio a la economía nacional, sino que nos quitaron la paz, la tranquilidad y la armonía social.
De haber derrocado al gobierno legítimamente electo, a sangre y fuego los golpistas tomarían el poder e inmediatamente ejecutarían todo tipo de arbitrariedades y desmantelarían el engranaje de beneficios que el gobierno ha venido construyendo a lo largo de éstos años para el progreso del pueblo trabajador.
Habrían acabado con la gratuidad de la salud y la educación, el subsidio energético, transporte y del servicio de agua potable, igual a como a ocurrió partir de 1990 con los gobiernos “democráticos” de Violeta Barrios, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños-
La gente más pobre tendría que olvidarse de progresar a través de las fuentes de empleo e ingresos que les proporcionan los programas Hambre Cero, Usura Cero, Bono Productivo.
Tampoco seguirían beneficiándose de los programas de educación a distancia, educación de oficio, casas para el pueblo, calles para el pueblo, bono para bachilleres, mochilas, calzado, merienda escolar, centros de atención infantil, casas maternas, las mejores carreteras en Centroamérica y muchos otros programas y proyectos que únicamente ha sido posible con el gobierno del presidente Ortega.
Éstos beneficios y logros que son acciones concretas de reducción efectiva de la pobreza, han sido reconocidos, elogiados y tomados como ejemplo, por diversos organismos internacionales a los que no se pueden tildar de sandinistas o parcializados.
Las personas que resultasen afectadas o damnificadas por los desastres naturales, tampoco serían atendidas integralmente a como lo ha hecho desde hace años el gobierno sandinista.
Recordemos lo que pasó con el deslave del Volcán Casitas en dónde fallecieron más de dos mil personas, muchas de ellas por la indolencia del gobierno de Alemán.
La triada del terror integrada por los corruptos empresarios; jerarquías religiosas y los representantes de Organismos No Gubernamentales (ONG) que forman parte del Movimiento de Ratas Somocistas (MRS), demostraron en la asonada que estaban dispuestos a eliminar a miles y miles de militantes sandinistas; así como a los heroicos Policías que a costa de ofrendar sus vidas nos libraron del terror implantado en nuestro país por las hordas “democráticas”.
Lo más probable es que buena parte de los nicaragüenses sin haber cometido delito alguno, estarían encarcelados, desterrados o muertos ante la intolerancia de los golpistas.
Dichosamente la inteligencia, perseverancia y paciencia del presidente Ortega, logró desarticular el golpe de estado; pues en caso contrario también estaríamos padeciendo la restauración en Nicaragua del narcotráfico internacional, la prostitución, el tráfico humano y la venta de órganos, corrupción, lavado de dinero, entre otros males que usualmente son permitidos por los gobernantes derechistas autodenominados “democráticos y transparentes”.