La gobernanza internacional, perspectivas y posibilidades

El 80 aniversario de la Organización de Naciones Unidas este año ha renovado el debate sobre su validez y futuro como institución. Las 80 años de traición del pueblo palestino que han culminado en el abierto genocidio en Gaza junto con la permanente agresión contra Cuba durante 60 años de terrorismo y bloqueo demuestran que la ONU es categóricamente una institución fallida. Desde sus orígenes, ha sido un instrumento manipulado por los poderes imperialistas para cubrir con un barniz de legitimidad sus crímenes históricos y contemporáneos.

Los pecados originales

Amparado por los poderes occidentales, en 1948 los sionistas en Palestina mataron a decenas de miles de civiles palestinos y desplazaron a más de 700.000 para robar sus tierras. De igual manera, dos años después, amparado por las Resoluciones 82 y 83 de las  Naciones Unidas, las fuerzas armadas  occidentales ocuparon Corea, mataron a más de dos millones de civiles y destruyeron por bombardeo todos los centros urbanos de la Corea Democrática. Es fácil olvidar la historia de estos orígenes de la ONU que además incluye la histórica injusticia contra el pueblo chino.

En 1949, el nuevo gobierno de la República Popular China exigió su legítimo derecho de representar a China en la Naciones Unidas. Los poderes occidentales bloquearon ese justo reclamo y, en protesta, en enero 1950, la Unión Soviética, solidario con China, se retiró del Consejo de Seguridad.  Los poderes occidentales aprovecharon esta situación para ingeniar su genocida ocupación de Corea, ya que la Unión Soviética no pudo vetar las resoluciones 82  y 83. El gobierno soviético se reintegró al Consejo de Seguridad en el mes de agosto 1950, demasiado tarde para impedir la agresión occidental que usaba la coartada de las resoluciones de las Naciones Unidas de una manera similar a como abusaron de la Resolución 1973 en 2011 para destruir a Libia.

Esta historia es muy importante porque desvela el categórico, permanente cinismo de los criminales clases gobernantes del Occidente colectivo desde 1945. La paradoja de los años de la década 1950s es que mientras las élites gobernantes norteamericanas y sus vasallos europeos, todos fundadores de las Naciones Unidas, traicionaron los principios fundamentales de la ONU, el gobernante Partido Comunista de la República Popular China, excluida de la ONU, los defendió. En 1954, el gobierno de China enunció los Cinco Principios para la Coexistencia Pacífica para compartir con la India y otros países del mundo mayoritario como la base de sus relaciones y para la resolución de conflictos.

Los principios fundamentales de la Carta de la ONU son la autodeterminación de los pueblos, la no agresión, la no injerencia y la cooperación para el desarrollo. De manera prácticamente equivalente, los Cinco Principios son: el respeto mutuo de la integridad territorial y la soberanía de los demás; la no agresión mutua; la no interferencia mutua en los asuntos internos; la igualdad y cooperación en beneficio mutuo; y la coexistencia pacífica. Así que para los años 1950s, ya se había establecido la incapacidad de la ONU para defender sus propios principios fundamentales, mientras la República Popular China, la India y otro países del mundo mayoritario habían formulado de manera integral, paralelo a la ONU, sus normas para las relaciones internacionales basado en el respeto y la igualdad.

El debate sobre la gobernanza internacional

Fue en este contexto que se desarrollaba en las décadas después de 1945 el proceso de la descolonización incompleta y parcial que hizo posible la independencia nominal de las antiguas colonias occidentales del mundo mayoritario. Ahora 70 años más tarde, la misma situación prevalece. La ONU esta ampliamente desprestigiada por ser una institución manipulada constantemente para  legitimar una cultura de relaciones internacionales profundamente injustas. En cambio, la República Popular China, Rusia, la India y otros poderes del mundo mayoritario siguen adelante con el desarrollo de relaciones democráticas basadas en el respeto y el reconocimiento de los intereses de los demás.

Es por motivo de toda esta historia que nuestro Comandante Daniel expresó en el 37 aniversario de la histórica sentencia de La Haya a favor de Nicaragua, “…estamos en Naciones Unidas porque es un punto de contacto por lo menos para intercambiar, para unir fuerzas, para enfrentar la agresión imperialista hasta donde se pueda. Porque ahí en Naciones Unidas no existe un sistema democrático… Naciones Unidas no es más que un papel que está ahí, que no se respeta, que no se cumple.” En 2011, consonante con esta posición de nuestro gobierno Sandinista, nuestro Canciller de la Dignidad, Padre Miguel d’Escoto Brockmann propuso una detallada reinvención de la ONU.

La visión de Padre Miguel fue igualitaria no solamente en el sentido de paridad entre las naciones en la toma de decisiones, sino también en la reorganización del sistema económica mundial para corregir la desigualdad impuesta por los siglos de saqueo imperialista. Durante su presidencia de la Asamblea General de la ONU entre 2008 y 2009, el Padre Miguel estableció una Comisión de Expertos para recomendar reformas al sistema financiero internacional. Su propuesta de la reinvención de la ONU no contemplaba una mera ampliación de la democracia formal de las relaciones internacionales sino la aplicación de las normas éticas esenciales para lograr la Paz y asegurar que la humanidad pudiera enfrentar exitosamente, en todos sus aspectos, la crisis ambiental mundial generada por el capitalismo.

Una organización disfuncional

El tema de la crisis climática ha sido central en las críticas hacia la ONU de parte las naciones del mundo más vulnerables a las secuelas de la crisis ambiental, por ejemplo, los países de África, de la Oceanía, de América Central y el Caribe. Los gobiernos del Occidente colectivo no han cumplido sus compromisos de garantizar recursos para ayudar a estos países vulnerables implementar las medidas necesarias de adaptación al deterioro ambiental mundial. Esta falta de respeto para los acuerdos alcanzados y para los intereses de otros países sabotea la buena operación de todas las diferentes organizaciones relacionadas con la ONU, incluyendo las principales instancias como la Corte Internacional de Justicia, la Organización Mundial de Comercio o la Organización Mundial de Salud.

Es notorio el abuso y la manipulación del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la Organización Internacional de Trabajo, de la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos y del Consejo de Derechos Humanos o de la Alta Comisión de la ONU para los Refugiados. Muchas de las instancias de la ONU de manera deshonesta aceptan para su operación datos deficientes e información falsa de parte del llamado “sociedad civil” internacional irremediablemente dependiente directa o indirectamente de financiamiento por las élites gobernantes occidentales.  Este fenómeno es especialmente notable en el sector de la industria de los derechos humanos, sistemáticamente instrumentalizada para satanizar los gobiernos que resisten la voluntad al Occidente colectivo.

Hay varios temas secundarias a la reforma fundamental de los componentes institucionales de la ONU. Por ejemplo, la completamente injustificable ubicación de la ONU en el país que es el peor violador de los principios de la no agresión y  la no intervención. Quizás con menor urgencia, la misma consideración aplica a la ubicación de otras instituciones claves de la ONU en Ginebra, ya que, Suiza dejó de ser un país verdaderamente neutral desde hace rato. Otro punto secundario es la cultura de reclutamiento de los recursos humanos de la ONU, altamente sesgado hacia personas de los países del Occidente colectivo, especialmente en los puestos y cargos más importantes. Pero quizás las críticas más relevantes se dirigen al Consejo de Seguridad de la ONU.

En la 80 Asamblea General este año, el presidente de Kenia, William Ruto, expresó el consenso del mundo mayoritario cuando declaró  “El Consejo es disfuncional, antidemocrático, no inclusivo, irresponsable, autocrático y opaco”. Por cierto, esta es la posición elaborado por la Unión Africana en el Consenso Ezulwini que insiste en un Consejo de Seguridad más representante y democrático. Como también insistió el presidente de Gambia, Adama Barrow, «Debemos esforzarnos igualmente por lograr unas Naciones Unidas más representativas, justas e inclusivas para dar forma al mundo que tanto queremos.

De parte de Rusia, el presidente Vladimir Putin ha comentado, “…los países de Mayoría Global constituyen ahora una abrumadora mayoría en la ONU, por lo que su estructura y órganos de gobierno deberían ajustarse a este hecho, que también estará mucho más acorde con los principios básicos de la democracia.” De manera similar, el Canciller de Rusia, Serguei Lavrov ha notado que, “Debería ser punto de referencia el retorno de la ONU a los principios fundamentales estipulados en la Carta… Reformar la ONU es una parte de la misión integral de transformar todo el sistema de gobernanza global”.

Este año, el presidente Xi Jinping  de la República Popular China lanzó la Iniciativa de Gobernanza Global para rectificar los tres principales defectos del trabajo de la ONU. Primero, la iniciativa apoya los reclamos del mundo mayoritario por mayor representación en las instancias de la ONU, especialmente el Consejo de Seguridad. En segundo lugar, resalta la importancia de reformas en la operación de la ONU para restaurar la muy dañada autoridad de su Carta, del Consejo de Seguridad, y acabar con el uso ilegal de medidas unilaterales coercitivas. El tercer punto exige mayor efectividad de las políticas acordadas por la ONU en relación, por ejemplo, al cambio climático o a la brecha digital además de nuevos desafíos como la regulación del ciberespacio y la Inteligencia Artificial y las normas del uso del espacio exterior a la Tierra. 

La Iniciativa de Gobernanza Global de China insiste en la centralidad de la igualdad de soberanía, del derecho internacional, del multilateralismo genuino,  en las aspiraciones y necesidades de la persona humana de los pueblos, y en verdaderos resultados del trabajo de la gobernanza global en la resolución de problemas y conflictos. Como explicó el Presidente Xi Jinping en ocasión del Desfile Militar para el 80 Aniversario de la Victoria del Pueblo de China contra la Agresión Japonesa. “Hoy, la humanidad nuevamente tiene que elegir entre la paz y la guerra, el diálogo y la confrontación, la cooperación en la que todos ganan y un juego de suma cero… Seguiremos comprometidos con los caminos del desarrollo pacífico y uniremos nuestras manos con todos los pueblos del mundo para construir una comunidad con un futuro compartido para la humanidad.”

Está claro que las élites gobernantes del Occidente colectivo no van a ceder fácilmente el privilegiado estatus que les ha permitido sabotear los originales propósitos de la ONU desde 1945. De todas maneras, el mundo mayoritario en general promueve sus procesos de cooperación regional que promueve una verdadera democratización de las relaciones internacionales con o sin una reforma adecuada de la ONU. Este proceso avanza con más firmeza en la enorme región eurasiática con la integración de los países de la ASEAN, la Unión Económica Eurasiática, la Comunidad de Estados Independientes, la Organización de Cooperación de Shanghai y el Consejo de Cooperación de los Estados Árabes del Golfo.

Al final del prologo a la “Reinvención de las Naciones Unidas” nuestro Padre Miguel abordó el reto que enfrenta los pueblos del mundo y reafirmó su fe que podemos superarlo, “De polvo cósmico de estrellas fuimos hechos para resplandecer y brillar en esta oscuridad. Nuestra misión es hacer desaparecer por siempre las tinieblas del odio, la codicia, el guerrerismo y todo tipo de violencia contra la Madre Tierra y contra la humanidad. Hemos de ser faros de amor, justicia y paz que anuncie el despunte definitivo del ALBA de oro de la solidaridad universal. Una Naciones Unidas reinventada es la forma para lograrlo.”

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