Los nicaragüenses debemos de darle gracias a Dios todos los días, porque a pesar de nuestros errores y debilidades su gracia, amor y misericordia se hace de manifiesto en nuestras vidas.
De cara a la serie de acontecimientos telúricos debemos de darle gracias a Dios que ninguno de los fuertes terremotos ha tenido su epicentro en las ciudades pobladas de Managua y León, todos han sido en la periferia, en zonas despobladas. Las ciudades más cercanas solo han sufrido los efectos de la onda expansiva pero no así el impacto directo del epicentro. Otro fuera el escenario actual si el epicentro de los dos sismos con magnitud superior a 6 grados en la escala de Richter se hubiera producido en el centro de ciudades pobladas, el saldo de muertes y casas destruidas seria otro. Es necesario que todos estemos consientes de esto. En consecuencia nuestra gratitud a Dios debe ser sincera y permanente, mas allá de un ritual religioso, se requiere de una gratitud que se exprese mediante una actitud de comprimo con la vida y con los valores del Reino.
Demos gracias a Dios por la actitud seria y responsable del gobierno. Tenemos un gobierno que ha estado pendiente de todo, minuto a minuto. Sin escatimar ningún esfuerzo se pidió el apoyo de científicos internacionales y se ha invertido en equipos que harán más efectiva la vigilancia y monitoreo de los sismos.
El Presidente Daniel y la compañera Rosario Murillo han actuado con un gran sentido de responsabilidad, poniendo la vida de los nicaragüenses por encima de cualquier otro asunto. El amor por la vida, la solidaridad cristiana se ha puesto de manifiesto.
En tal sentido no tienen cabida las afirmaciones de algunos políticos y comentaristas quienes de manera irresponsables han criticado las medidas que el gobierno ah tomado, argumentando que el gobierno “atemorizó a la población impidiendo que disfrutara de sus vacaciones, que hubo un sobre dimensionamiento de la situación sísmica, que se creó zozobra, que las medidas de alerta roja fueron exageradas” Estos ciudadanos leen al revés.
A la prevención le llaman zozobra y a la solidaridad activa le llaman temor. Parece que estos ciudadanos quisieran a un gobierno que esté en sus casas de verano disfrutando, mientras el pueblo esté sufriendo. Ya los nicaragüenses tenemos malas experiencias con ese clase de gobiernos que frente a desastres naturales han tomado actitudes conformistas e indiferentes, dejando a la gente al desamparo. Hoy gracias a Dios tenemos un Presidente que junto a su esposa la compañera Rosario se ponen al frente de la gente, no haciendo promesas, sino dando respuestas concretas a las necesidades de la población afectada por los terremotos.
Demos gracias a Dios por la juventud nicaragüense, esos muchachos y muchachas que se movilizan a los territorios y áreas a afectadas llevando auxilio a la población, son jóvenes que se están forjando dentro de los valores de la solidaridad. Tenemos una juventud dispuesta al sacrificio por amor a los demás, eso nos debe de llenar de orgullo.
Gracias a Dios por todo el sistema de prevención que tenemos en el país. Creo que somos el país de América Latina con el mayor nivel de prevención. Es impresionante ver como en minutos se activan los diversos dispositivos de seguridad y prevención. Los planes de coordinación entre todas las instituciones de gobierno, defensa civil, Policía, Ejército, Bomberos, Cruz Roja, todos dentro de un mismo código.
Articulados dentro de una misma estrategia, saben qué hacer y a donde ir ante cualquier circunstancia. Ese es uno de los grandes baluartes de nuestro sistema de gobierno. Porque hay países que pueden tener los equipos más sofisticados, pero si no cuentan con la organización territorial del pueblo los resultados no son los mejores.
Gracias a Dios por la nueva oportunidad de vivir que él nos da, mantengámonos alertas y atentos (sed sabios y prudentes) nos dice la palabra bíblica, no hay que correr riesgos innecesarios, sigamos las orientaciones emanadas por nuestro gobierno, mantengamos la calma y la armonía, reflexionemos sobre nuestra misión en nuestro país, tratemos de interpretar el lenguaje de Dios a través de la naturaleza, preguntémonos qué nos está advirtiendo, que nos está enseñando. Reconozcamos la fragilidad de nuestra existencia y la soberanía de Dios en todo cuando existe.
El Profeta Isaías declara: “El está sentado sobre el círculo de la tierra y cuando se mueve las montañas se derriten… (Isaías 40. 22). Habitemos bajo la sombra del Omnipotente, solo así el cuidará de nosotros como la gallina protege a sus polluelos.” Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro” (Salmos 91.4).