Las recientes elecciones en Indonesia demuestran como el peso de la historia de intervenciones imperialistas en la región de Asia Sur-Este sigue dictando el desarrollo socio-económico y político de los países de la región.
Sigue dominando la vida nacional del país la misma élite que consolidó su poder político como resultado de la masacre en 1965, apoyado por Estados Unidos, de más de un millón de miembros del Partido Comunista, el movimiento político más importante del país en ese momento.
En América Latina y el Caribe el perfil histórico regional ha sido similar con el apoyo estadounidense a repetidos golpes de estado, por ejemplo en Guatemala, República Dominicana, Brasil, Chile, Uruguay o Argentina, donde gobiernan ahora personas ligadas a la dictadura militar de ese país.
En la época colonial, igual que hacían en América Latina y África, los poderes imperiales europeos imponían su dominio sobre Asia Sur-Este por medio de su superior tecnología militar y científica y su barbarie inhumana.
Los holandeses tomaron control de lo que ahora es Indonesia, los españoles se apoderaron de las Filipinas, los franceses ocuparon Vietnam; Laos y Camboya, y los británicos conquistaron lo que ahora son Myanmar, Malasia, Singapur y Papúa Nueva Guinea.
Al fin de su victoriosa guerra contra España en 1898, Estados Unidos, al mejor estilo del imperialismo europeo, conquistó la recién declarada república de Filipinas.
Aunque persistía la enorme influencia cultural de la China y la India en la región durante la época del colonialismo europeo, el dominio de los poderes europeos en aquellos dos países sometió el desarrollo económico y político de la región a los imperativos de su competencia y rivalidad imperial.
Fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial que los países de Asia Sur-Este lograron su independencia formal. Indonesia se declaró independiente en 1945 pero fue hasta 1949 que Holanda lo reconoció después de casi cuatro años de conflicto armado. Las Filipinas fue reconocido como un país independiente por Estados Unidos y sus aliados en 1946.
Myanmar ganó la independencia en 1948 y los reinos de Laos y Camboya en 1953. En 1963, luego de un largo proceso de negociaciones, se constituyó la monarquía constitucional federal de Malasia de las antiguas colonias británicas de Malaya, Singapur, Borneo y Sarawak.
En 1965 la federación expulsó a Singapur que se declaró una república independiente ese mismo año. El pequeño reino de Brunei Darussalam es una monarquía absoluta que ganó su independencia en 1984.
La República de Vietnam finalmente logró la plena independencia soberana con su triunfo militar en 1976 después de más de treinta años de lucha armada contra los poderes imperiales de Francia y Estados Unidos y sus aliados locales.
Durante todo el período desde 1945 hasta 1990, Estados Unidos y sus países satélites europeos explotaron la Guerra Fría con la Unión Soviética para consolidar su control neocolonial de la región.
Entre 1963 y 1976, la guerra de Estados Unidos y sus aliados contra los pueblos de Vietnam y Laos dominaba el desarrollo de la región, provocando una sangrienta revolución en Camboya.
Los sistemáticos bombardeos estadounidenses de los tres países más las cruentas guerras terrestres mataron a más de dos millones civiles en Vietnam, y por lo menos medio millón de civiles en Laos y Camboya.
Es notorio que Estados Unidos lanzó dos millones de toneladas de bombas sobre Laos, más que todas las bombas usadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Además de las altas cifras de muertos civiles, Estados Unidos usó Vietnam para refinar sus técnicas de la contrainsurgencia aplicadas a las poblaciones civiles. Durante su llamado Programa Fenix fueron asesinadas decenas de miles de personas en Vietnam.
Junto con las prácticas franceses durante la guerra en Argelia, el Programa Fénix desarrollaba la cultura de asesinato y tortura enseñado luego por Estados Unidos a las fuerzas policiales y militares de América Latina en la Escuela de las Américas.
En Indonesia, a la par de la guerra en Vietnam, militares derechistas colaboraban con la CIA para subvertir y derrocar el gobierno del presidente Soekarno. En 1965 implementaron un complot con el apoyo estadounidense para destruir el Partido Comunista, el movimiento político más importante en el país y la principal base popular del gobierno.
Los altos militares derechistas y sus simpatizantes fomentaron un ataque contra altos mandos militares simpatizantes del Presidente Soekarno para así justificar el masacre en todo el país de más de un millón de miembros del Partido Comunista y el encarcelamiento de otro millón más.
Sin el apoyo del Partido Comunista el presidente Soekarno tuvo que ceder el poder en 1968 al General Suharto quien mantuvo una dictadura durante treinta años hasta 1998.
Fue un fuerte golpe al incipiente Movimiento de Países No Alineados de la época y vale la pena notar que, en 1967, el embajador estadounidense a Indonesia comentó «La experiencia en Indonesia había sido de particular interés para el Presidente Nixon porque las cosas habían ido bien en Indonesia… señalando la forma en que se debería manejar nuestras relaciones de manera más amplia en el sudeste asiático en general, y tal vez en el mundo».
Así que la experiencia de asesinato masivo y represión generalizado aplicado por Estados Unidos en Asia Sur-Este fue la plantilla que se aplicaba después, con matices diferentes, en América Latina y el Caribe.
El mismo año de la destrucción de la democracia en Indonesia, 1965, Ferdinando Marcos, otro estrecho aliado estadounidense en la región, fue elegido presidente en las Filipinas dónde se mantuvo en el poder por medio de una dictadura apoyado por Estados Unidos que duró por más de veinte años hasta 1986.
En 1967, Estados Unidos promovió la formación de la la ASEAN con sus aliados Indonesia, Filipinas y Tailandia y los gobiernos anti-comunistas de Malasia y Singapur.
Pero después del fin de las guerras en Vietnam, Laos y Camboya, la lógica original anticomunista gradualmente perdió su razón de ser. Para el fin de los años 1990 los tres países se habían integrado como miembros plenos de ASEAN.
Durante los últimos veinte años, la ASEAN ha desarrollado relaciones con la Organización de Cooperación de Shanghai, CELAC, Mercosur, los países árabes del Golfo Pérsico, y con la organización de cooperación ECO que une Pakistan, Irán y Turquía.
Con la India, la ASEAN ha tenido una zona de libre comercio desde 2010 y alcanzó en 2020 los US$100 mil millones de intercambio comercial. Con China, desde 2003 los países de la ASEAN han promovido la Asociación Estratégica ASEAN-China para la Paz y la Prosperidad.
En enero 2022 entró en vigor la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por las siglas en inglés) la zona de libre comercio más extensa del mundo que incluye China y los diez países de la ASEAN más Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelandia.
Además de este tremendo empuje regional comercial y financiera, varios países de la ASEAN han beneficiado de los ambiciosos programas de infraestructura de la Iniciativa de la Franja y Ruta de la República Popular China, iniciado en 2013.
Las carreteras y ferrocarriles del IFR están transformado la conectividad terrestre de Tailandia, Laos, Camboya y Malasia. Malasia también ha desarrollado con China un parque industrial en la ciudad de Kuantan junto con la ampliación del puerto de la misma ciudad.
En Myanmar un gasoducto y oleoducto conecta China con un nuevo puerto de aguas profundas en Kyaukphyu, en la costa de Myanmar en la Bahía de Bengal y el Océano Índico.
En Indonesia, China ha financiado el primer ferrocarril de alta velocidad en la región que conecta la ciudad capital Jakarta con la ciudad de Bandung.
Los países de la ASEAN también avanzan en sus relaciones con la Unión Económica Euroasiática.
En 2022, el Vice Secretario General de la ASEAN comentó «Mientras el mundo enfrenta procesos de desglobalización, la Unión Económica Euroasiática y la ASEAN, por el contrario, experimentan procesos de integración intensificados, lo que debería ayudar a mejorar la interacción entre nuestras asociaciones».
Es en este contexto que Estados Unidos y sus aliados hacen todo lo posible para frenar estos avances en la cohesión e integración económica regional, especialmente en relación a China. Han subvertido el proceso político para lograr un cambio de régimen en Tailandia y han promovido los conflictos armados que prevalecen en Myanmar.
Por otro lado, han explotado las diferencias de Vietnam, Filipinas e Indonesia con China sobre los derechos en el Mar Meridional Chino y nunca se cansan de acusar a China de querer atrapar los gobiernos de la región en un endeudamiento insostenible.
Sin embargo las iniciativas de la República Popular China demuestran de manera convincente la buena fe de sus autoridades en las negociaciones de igual a igual relacionadas con estos temas.
En cambio, los gobiernos y empresas de la región recuerdan muy bien la mala fe del sistema financiero occidental durante la crisis financiera asiática de 1997.
Ese año los países de toda la región sufrieron drásticas devaluaciones de sus monedas, atadas al valor de dólar estadounidense, como resultado de ataques especulativos en los mercados financieros internacionales.
Durante la crisis, las economías de varios países colapsaron. En 1997 el PIB de Indonesia cayó de un crecimiento de 4.7% a una contracción de 13.1%; lo de Filipinas de 5.2% a una contracción de menos 0.5%; lo de Malasia de un 7.3% positivo a un 7.2% negativo; y Corea del Sur sufrió una contracción de 6.2% a un crecimiento negativo de menos 5.1%.
Estos países tan dependientes del dólar estadounidense tenían que aceptar el mal llamado “apoyo” del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial que requerían una drástica re-estructuración neocolonial de las economías afectadas con la receta de siempre de ajuste estructural, privatización de bienes y servicios estatales, reducción del sector público y tasas más altas de interés bancaria.
Ahora Estados Unidos y sus aliados descaradamente advierten a la región de no aceptar la extensa inversión favorable de la Iniciativa de la Franja y Ruta de China dirigida a promover mayor cohesión económica soberana en toda la región.
La creciente atracción del proceso en desarrollo de mayor integración de los países del BRICS+ incluye precisamente los mecanismos para mayor soberanía e independencia económica en relación al histórico dominio financiero y comercial de Estados Unidos y sus aliados del siglo pasado.
Ya el año pasado, los países de la ASEAN abogaron por mayor uso de sus monedas nacionales en vez del dólar estadounidense en su comercio intra-regional.
A pesar de la presión estadounidense y europea por motivo de la Operación Militar Especial rusa en Ucrania, todos los países de la ASEAN mantienen buenas relaciones con la Federación Rusa que ejerce la presidencia pro tempore de los países del grupo BRICS+ este año.
Habrá que ver hasta qué punto los gobiernos de los países miembros de la ASEAN pueden mantener un equilibrio positivo entre sus diversas históricas relaciones con Estados Unidos y las oportunidades ofrecidas por una nueva orden mundial para la plena soberanía económica y la verdadera democratización de sus sociedades.