Al padre Miguel d’ Escoto Brockmann se le conoce en Nicaragua y, Nuestramérica, como el Canciller de la Dignidad, debido a la férrea defensa que siempre hizo de la Nicaragua Sandinista.
De igual manera, a este ilustre diplomático Sandinista se le debe, cuando ocupó en el 2008, el alto cargo de presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, una de las más contundentes, sensatas críticas y propuestas de refundación de las Naciones Unidas, por estar al servicio de los intereses de occidente.
Cuánta razón le asistía y le sigue asistiendo. Estamos totalmente seguros que en la actualidad d’ Escoto, estaría actuando y condenando enérgicamente a eso que él llamaba parte del entramado de control e imposición imperial, devenido de esta organización (ONU) la cual fue creada para que Estados Unidos, se valga de ella para blanquear sus atrocidades, “aprobar” sus agresiones fundamentadas en mentiras y, desde esa misma plataforma, atacar a otros estados, organizaciones o sujetos que este país considere sus enemigos.
Decimos esto, debido a las sistemáticas agresiones de la ONU, en contra de países de Nuestramèrica y, particularmente de Nicaragua. Llamamos agresiones a los constantes informes sesgados, encuadrados, manipulados, instrumentalizados que este organismo prepara para moldear la opinión pública y de esta forma justificar las agresiones de Estados Unidos a este hermano país.
Es bien sabido que EE.UU. desde siempre ha ejercido un influjo extraordinario sobre estos organismos internacionales para que produzcan este tipos de informes. En este sentido, el imperialismo estadounidense, ha puesto a su servicio e instrumentalizado el aparato de derechos humanos de las Naciones Unidas para servir a su agenda, como bien podemos derivar de la obra Imperialismo humanitario, del científico belga Jean Bricmont.
Esto que afirmamos se ha puesto en evidencia cuando, recientemente el llamado Consejo de Derechos Humanos de la ONU publicó un informe de un grupo de llamados “expertos en derechos humanos sobre Nicaragua”.
Cuando se escruta el objetivo de estos informes, salta la obviedad: atacar, satanizar a Nicaragua, mediante una llamada “investigación” que no se sostiene por ninguno de los costados. En primer lugar, esta gente (expertos) jamás ha visitado el país centroamericano.
Esto constituye en sí mismo una irresponsabilidad y falta de respeto, no sólo al Gobierno Sandinista, sino al mismo pueblo nicaragüense. Otro elemento nada fiable es que el llamado informe se centra en la violencia perpetrada por la derecha fascista, la cúpula de la iglesia y el empresariado, mediante bandas armadas azuzadas, protegidas y hasta financiadas por estas mismas cúpulas, con el apoyo de la embajada yanki en el país, lo que se cobró cientos de muertos y heridos, millones en pérdidas económicas y cientos de instituciones vandalizadas.
Ahora bien, el grupo de expertos se encargó de hacer valer “los derechos humanos” de los perpetradores de lo que se convirtió en un intento de golpe violento y deja fuera los verdaderos derechos de las víctimas que, comprobado está, en más del 95% pertenecían a las filas del Sandinismo.
Debido a esto, el gobierno de Nicaragua, con esa seriedad y responsabilidad que le caracteriza y teniendo en Miguel d” Escoto a un guía conocedor desde dentro de las trampas de la ONU, se negó a participar en este simulacro, pues ya había participado en otros similares en el pasado y se enteró que la evidencia que presentó fue ignorada, ocultada o manipulada, pues las fuentes preferidas de estos llamados expertos han sido siempre los medios de propaganda de la oposición o las ONG que han recibido fondos estadounidenses, desde mucho antes al intento de golpe de Estado de 2018.
Asimismo, estos documentos de la ONU no hacen ninguna referencia a exámenes independientes de otros informes, investigaciones y análisis sobre derechos humanos en Nicaragua, tales como el que presentó un grupo de académicos, expertos, analistas llamado “Descartando la verdad”, que identificó centenares de inexactitudes, omisiones, encuadres, manipulaciones en estos llamados “informes” sobre Nicaragua.
O bien el documentado trabajo del abogado y profesor en Derechos Humanos de la Universidad de Pittsburgh, Daniel Kovalik, las investigaciones del periodista Ben Norton o las conclusiones de la Comisión de la Verdad, Justicia y Paz de Nicaragua, entre tantos otros.
Estos documentos emitidos por la ONU pretenden claramente dos cosas: encubrir la violencia e injerencia financiada por Estados Unidos, con el ánimo de desplazar por la fuerza al Gobierno Sandinista y justificar las agresiones del entramado imperial en contra de la soberanía nicaragüense.
Estos son documentos elaborados a la medida de Washington, para con ello, continuar con sus agresiones ilegales contra Nicaragua, tal como lo ha hecho en contra de Venezuela, Cuba, Irán, Siria, Rusia, entre otros tantos países que no se arrodillan y que han construido modelos, no sólo alternativos, sino que demuestran que otro camino es posible. Como argentino y parte del Pueblo de la Patria Grande, me solidarizo con el hermano Pueblo y Gobierno Sandinista.