Bolivia: Contexto histórico y geopolítico del golpe de Estado

Se gesta en Bolivia un nefasto precedente que confirma que, opciones verdaderamente democráticas, con modelo político-económico auténtico, que restaura derechos y reivindica en los pueblos su dignidad, son atacados sin escrúpulos, sin importar los procesos electorales, obviando lo que pregonan, que es la apariencia para preservar el poder excluyente.

El gobierno del Movimiento Al Socialismo ha ganado las elecciones populares de conformidad al proceso constitucional. Sin embargo, esa opción política victoriosa no ha sido de la simpatía de E.U. ni de la oligarquía conservadora, promotores del “capitalismo salvaje”, quienes han visto en los avances económicos y sociales de Bolivia, un “mal ejemplo” intolerable en América Latina, porque es incompatible a modelos hegemónicos de dependencia externa, concentración del capital, explotación onerosa de los recursos naturales, sumisión y exclusión social. Padecen los pobres y los pueblos originarios frente a la pretensión de arrebatarles el rumbo de prosperidad de la última década y la esperanza de nación pluricultural que crezca con equidad y autodeterminación.

Evo Morales, presidente constitucional del Estado Plurinacional de Bolivia, aymara, sindicalista, humanista, sencillo, fue obligado a renunciar por “recomendación” de las jefaturas militares y policiales, frente a la violencia promovida por quienes perdieron la elección. Apelan al caos para usurpar la presidencia, se “autoproclaman” e invisten bajo tutela militar. ¡Nefasto precedente! ¡Retroceso! No son los procesos electorales ni el orden constitucional lo que interesa al poder tradicional-imperial, sino la conveniencia de preservar su hegemonía y desplazar a cualquier costo a quien se oponga, independientemente del voto de sus ciudadanos.

La denuncia internacional, la movilización solidaria de países y organizaciones democráticas, de personas de buena voluntad, por humanismo y amparados en el derecho, deben articular el rechazo a lo ilegal y repudiable. Hacer sentir solidaridad para restablecer la legitimidad y construir su futuro que solo la fortaleza de la organización política-social será capaz de vencer el embate retrógrado iniciado. Se impondrá la razón frente a la sinrazón, la verdad frente a la falsedad golpista, el derecho frente a la ilegalidad, la prosperidad frente a la destrucción que promueve atraso y exclusión.

1- Desde la historia

Cuando ocurre la independencia de Bolivia (1925), a principios del siglo XIX, en el contexto de las guerras de independencia de América del Sur, el liderazgo, como sabemos, estuvo en manos de Simón Bolívar, Sucre, San Martín y otros. Es importante recordar que la lucha de independencia de España fue promovida desde los criollos, para separarse de la monarquía española que impedía el desarrollo económico, social y político de los nacidos en América, y, por lo tanto, implicaba una contradicción política fundamental con la metrópolis. De tal forma que, separarse de la Península y construir un modelo de nación propia e independiente, era la aspiración inmediata.

Es importante referir que la participación de la población indígena en general en el continente americano, los sobrevivientes, -porque la mayor parte fue exterminada durante la Conquista y la colonización-, y lo que no es ajeno a lo ocurrido en Centroamérica y América del Sur, fue limitada. Aunque de los pueblos originarios, mucha gente luchó en las guerras de independencia como soldados y con algún liderazgo, la verdad es que el interés estratégico estaba principalmente en la esfera de los criollos, quienes tenían el control político y económico en las provincias españolas que demandaban la separación de España.

Aquella guerra y aquella independencia legítima y necesaria, al efectuarse, provocó un nuevo conflicto dentro de las naciones incipientes en formación y que no pudieron mantenerse unidas. El conflicto ocurrió entre posiciones más conservadoras y más liberales, entre posiciones pro monárquicas y otras liberales, congruentes con los principios de la Revolución francesa, pretendían una nación más independiente, y otros buscaban preservar ciertos rasgos coloniales y de la monarquía española en el territorio nacional. Eso estuvo representado con frecuencia en cada uno de los países, en dos ciudades importantes: por ejemplo, ocurrió en Guatemala, el conflicto entre Quetzaltenango y Guatemala; pasó en Honduras, entre Tegucigalpa y Comayagua; entre León y Granada, en Nicaragua; entre San José y Cartago, en Costa Rica; entre Buenos Aires y Córdoba, en Argentina… En Bolivia, estuvo marcado también en dos ciudades principales: La Paz, conglomerado con visión más progresista que replanteaba el sometimiento a la monarquía con esquemas un poco más liberales, con predominio de población indígena, y Sucre, la capital histórica constitucional del país, donde prevalecía un pensamiento más conservador.

En esos conflictos, en diferentes regiones de América Latina, una de las dos ciudades ganó por la vía de la guerra que forzó la decisión política en aquel momento histórico. En Guatemala, quedó ciudad Guatemala, sede de la Capitanía General; en Honduras, Tegucigalpa; en Nicaragua el problema entre León y Granada se resolvió creando una tercera opción: Managua; pero en Bolivia pasó un fenómeno interesante. El conflicto Sucre-Santa Cruz, y La Paz, en el altiplano, no se pudo solucionar de manera definitiva, es decir, no predominó ninguna por encima de la otra, por lo tanto, la solución fue ambigua en el modelo político boliviano de la naciente nación. De tal forma que, La Paz, aunque no es capital constitucional, es la capital en la práctica política por ser sede del poder ejecutivo y legislativo; sin embargo, Santa Cruz, es capital constitucional, sede de la Corte Suprema de Justicia, del Sistema Judicial boliviano.

El “poder” quedó dividido. Los sistemas judiciales y la Corte Suprema de Justicia, que suelen ser esquemas políticos mucho más conservadores, el derecho es más conservador siempre permaneció en Sucre; así fue dividido el poder político para el balance de la nueva nación.

Hay una contradicción histórica que es importante observar: por un lado, La Paz, es una ciudad que representaba una corriente política, con su población mayoritaria indígena, y, por otro lado, Sucre y Santa Cruz, como aliado estratégico, con mayor población (quizás concentra el 20-25% de los habitantes del país). Santa Cruz, es la ciudad más poblada, un millón y medio de habitantes. Este conflicto resuena periódicamente. Santa Cruz ha creado un “movimiento cívico” desde hace algún tiempo; insiste en la independencia, la separación de Bolivia, porque la integración como nación, en un país donde el 62% se estima que son pueblos originarios, y más desde 2006, cuando un liderazgo indígena asumió la jefatura de gobierno y la mayoría parlamentaria, donde hay mestizos, blancos y múltiples grupos originarios, y los espacios de poder económico, en un sistema más equitativo, reducen los beneficios del poder tradicional dominante, podría incomodar, principalmente en Santa Cruz y Sucre, “capital formal”, donde predomina la población blanca-mestiza, colonial, tradicional, conservadora y católica, ello origina una contradicción que ha prevalecido y se agudiza en la última década afectando la cohesión de la nación Plurinacional, según la nueva Constitución Política del Estado (2009).

2. Población, extensión y recursos.

Hay un factor que es imposible obviar en Bolivia, es la extensión territorial. Bolivia tiene un poco más de un millón de kilómetros cuadrados, el doble de la extensión de Centroamérica completa, pero tiene una población de apenas 11 millones de habitantes, el 25% de Centroamérica, es decir, hay una densidad poblacional muy baja en un gran territorio con abundante riqueza natural, reservas de gas natural y otros minerales: montañas, bosques, desiertos, altiplanos, climas y paisajes diversos. Esa variedad, esa riqueza cultural y natural es interesante, pero también se vuelve una dificultad en la gestión pública, porque existen grandes distancias entre una población y otra, entre pueblos diversos. Además, la población está formada por unos 35 grupos indígenas distintos que representan 62% de la población. Solamente hay dos países en América Latina cuya población es mayoritaria la conforman personas de los pueblos originarios: Guatemala y Bolivia. El 38% no se reconoce de ningún grupo originario, pueden ser mestizos o blancos. Se concentra en las ciudades de Santa Cruz y Sucre, aunque están también en La Paz y otros núcleos poblacionales; en el altiplano se concentra la población indígena y hay múltiples comunidades de pueblos originarios en la Amazonia, frontera con Brasil.

Bolivia era considerada hace 10 años, uno de los países más pobres del continente americano, con alto endeudamiento, nivel de analfabetismo alto, desarrollo humano medio bajo, pobreza alta. Esos factores socioeconómicos se modificaron durante la última década. En 2018 el analfabetismo fue reducido a menos de 10%, aumentó el acceso a la educación pública y a la salud pública. Se redujo la pobreza. Se estima que al menos 2.5 millones de habitantes salieron de la pobreza, 23% de la población. La nacionalización del gas natural y de otros recursos, generaron un potencial económico para el desarrollo del país. El PIB pasó de 9 mil a más de 43 mil millones de dólares en diez años, uno de los mayores crecimientos económicos de América Latina. Es un salto extraordinario que mejoró la vida económica y social de los bolivianos.

Ese conflicto histórico, donde identificamos en Bolivia el sector blanco, mestizo, mayoritaria de ideas colonial y conservadora, que concentraba el poder económico y político, y los pobres y el sector indígena, excluidos, sometidos al esquema de gobierno excluyente y desigual, comenzó a cambiar. Nunca en la historia hubo un presidente de origen indígena, todos eran blancos; y el poder político y económico estaba concentrado. Fue sorprendente lo ocurrido en 2005, de manera inesperada, un indígena, sin mucha preparación académica, con una experiencia amplia en la organización sindical, gremial, cocalero, -siembran por tradición la hoja de coca; la población la mastica en la altura para oxigenarse; popular en el altiplano-, ganó las elecciones generales y resultó ser un líder competente y comprometido con los indígenas y con los sectores populares, logró cambios en el ámbito socio-económico, mejoró las condiciones de vida, de equidad y multiculturalidad desde que asumió la presidencia en su primer mandato (2006).

El presidente Evo Morales, nombró ministros y autoridades en todo nivel, de distintos pueblos originarios, permitió la dignificación de los pueblos que, por primera vez en la historia, asumieron mayoría de liderazgos reales de altas esferas del congreso, del senado, de la administración pública, de los órganos electorales y judiciales.

Esto provocó un auto reconocimiento del sector indígena, y la posibilidad real de sentirse parte activa de la nación, sujeto activo, y no pasivo, no la empleada o el barrendero, o el sub alterno, sino la posibilidad que la población originaria tiene las riendas para construir su propio destino. Esto es valioso. Mejoró la organización social, la participación política y la gestión para empujar la transformación estructural y cultural del país.

Veamos el escenario de Guatemala, con Rigoberta Menchú, quien fue candidata a la presidencia en 2007, obtuvo solo 3% de los votos en un país con mayoría indígena. La pregunta es: ¿por qué Rigoberta Menchú no logró captar el voto indígena? La respuesta posible: porque era indígena y mujer; la población de origen maya en Guatemala pienso ha asumido, en el imaginario colectivo, un pensamiento que se consideran “ciudadanos de segunda clase”. Eso les ha hecho creer. El mismo indígena al ver a un candidato propio o de pueblos originarios, lo descalifica, quizás se cuestiona: “¿Cómo un indio, va a dirigir los destinos del país?”; cuando ve a un blanco-mestizo, le atribuye, en general, capacidad; es la cultura sicosocial y educativa que los sistemas dominantes han impuesto. También creo ocurrió en Bolivia, por eso fue sorprendente el resultado electoral de 2005 cuando la mayoría de la gente rompió el esquema y votó por el candidato aymara dándole la victoria electoral en esa y en las elecciones sucesivas.

Sin embargo, es importante dejar claro que fue un hecho extraordinario; la población, el indígena, ha recibido información social en el imaginario colectivo, como incapaz para gobernar, sumisos y sometidos; limitados para ser autores de su propio destino, porque han estado sometidos desde la Independencia, desde antes: bajo el imperio español primero, después a los criollos, a los terratenientes, a los capitalistas, y a los modelos político-económicos anteriores, han sido excluido. El mérito más importante de la administración del MAS es recuperar la esperanza y la dignidad de los pueblos a la autodeterminación para vivir mejor. Ese resulta inaceptable para quienes han tenido el control tradicional y centralizado.

El gobierno del MAS, desde la cosmovisión de los pueblos originarios ha promovido la paz y la armonía de la sociedad humana con la naturaleza, el respeto a la vida, la convivencia comunitaria y el derecho de los pueblos a preservar su cultural y determinar su futuro dentro de una nación común. Esa utopía posible, en proceso de avanzar en su realización, es rebeldía inaceptable por el imperio neocolonial.

Lo ocurrido en Bolivia, donde ha sido roto el orden constitucional y se impuso con violencia un golpe de estado político-militar-oligarca, es imposible analizarlo con responsabilidad sin tener en cuenta las dos premisas anteriores.

Riesgos y factores del poder real

Bolivia se encuentra en el centro de América del Sur, y ha tenido en el siglo XX, gobiernos de naturaleza militar y conservadora, respaldados por el capital tradicional y oligarca; el gobierno, el poder político y económico, ha sido aliado histórico de Estados Unidos. Muy sumiso y disciplinado, obediente a la política norteamericana, la presencia norteamericana, a través de sus mecanismos institucionales, las agencias de cooperación, la DEA y la CIA, de sus aparatos de seguridad nacional y defensa, ha sido permanente, principalmente durante la segunda parte del siglo XX, hasta que el gobierno del MAS concluyó con esa presencia injerencista.

Eso está también ha calado en la cultura de las organizaciones militares, las fuerzas armadas, y las fuerzas de seguridad pública, que han tenido influencia histórica de los Estados Unidos, porque siempre ha tenido interés en este extenso territorio, por sus recursos naturales, por las abundantes reservas de gas natural. “No daba problemas”, en el sentido de hacer las cosas conforme los dictados norteamericanos y las transnacionales que explotaban los recursos naturales. La injerencia en las últimas décadas estuvo vinculada por el narcotráfico internacional; la tradición de los pueblos bolivianos de sembrar la hoja de coca, fue alterada, actores capitalistas la procesaron, incentivaron el narcotráfico de la cocaína, cuyo mercado principal es Estados Unidos y genera extraordinarios beneficios al crimen organizado.

La justificación de la lucha contra el narcotráfico ha sido para preservar la presencia de Estados Unidos en territorio boliviano. Adicionalmente, el modelo político que el Movimiento al Socialismo, con la presidencia de Evo Morales, obtuvo éxito socio económico, reconoció la identidad cultural e histórica de la población que tradicionalmente fue excluida; un modelo político que promueve equidad, mejora la distribución de la riqueza, aumenta el acceso a los servicios públicos de los sectores más vulnerables, empodera a estos sectores indígenas, un modelo que no se ajusta a los dictados que Estados Unidos promueve en la región. Bolivia no fue un país obediente al Fondo Monetario Internacional, se ha desligó del FMI, creó su propia política económica con la que logró prosperidad macro económica y equilibrio a través de una gestión auténtica y legítima, de auto determinado y democracia participativa desde la nación boliviana. Eso no es del agrado de Estados Unidos, el que promueve, “en el patio trasero”, países sumisos y obedientes que actúen de acuerdo a sus intereses hegemónicos. Es una realidad imposible de obviar que ha estado presente a lo largo de la historia latinoamericana.

Bolivia estaba haciendo las cosas por su cuenta, fortaleciendo su capacidad para transformar el país y obtener prosperidad con equidad y dignidad, y estaba teniendo éxito. Por otro lado, dentro del país, hay una fuerza opositora, también legítima, pero que es tradicionalmente conservadora, oligarquía tradicional, con poderes coloniales e históricos, una visión excluyente, que ha tenido tradicionalmente el control político del país, es principalmente blanca y mestiza, pero también incluye a distintos grupos indígenas, y esta oligarquía ha sido muy cercana y es sustentada como el principal aliado histórico de Estados Unidos.

Les preocupa haber sido desplazados del poder político, relegados a un tercio del poder legislativo, perdido espacio político y económico, porque esos espacios fueron ocupados por una fuerza emergente, de indígenas y excluidos, pertenecientes al MAS, han promovido la democratización económica y política que resta influencia al principal aliado de E. U. en Bolivia.

La oposición aspira a recuperar el poder político, eso es legítimo, pero no es lícito recurrir a la violencia ni actuar fuera de las reglas del juego democrático definido en el marco constitucional.

Factores claves del poder real

Cualquier modelo político requiere, para tener éxito, establecerse y consolidarse, tres claves fundamentales que llamaremos factores claves del poder real:

 La organización política y social.

 No existe poder real sostenible en un país sin una actividad efectiva de carácter político, organizativa y social, que asegure la movilización y participación social y, por lo tanto, a través de los movimientos o partidos políticos, que es el esquema común aceptado, pueda acceder al poder público, pero también en la organización social que involucra la participación para hacer efectiva la gestión pública. Desde mi opinión, el MAS ha avanzado y fortalecido mucho el aspecto de la organización política y social, sin dudas, creó mecanismos gremiales y territoriales, en sus sectores fundamentales, y lo que es efectivo, debe tener asegurado un 40-45% de esa población, y suma 10 – 15% con el resto de la población no indígena o mestiza, que capta y participa del proyecto político por el cambio y la autodeterminación de Bolivia. Creo que la principal fortaleza es la organización política y social.

La economía.

 Todos los procesos institucionales y sociales, la descentralización política, el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, la reducción del analfabetismo y de la pobreza, la participación social, la aplicación de carreteras e infraestructura, la estabilidad macroeconómica, etc., requieren recursos. El Estado debe crear los mecanismos para financiarse, y la organización política debe buscar las fuentes de financieras para soportar esas decisiones socio económicas. La nacionalización del gas y otros recursos naturales, fue una decisión acertada que favorece el eslabón económico de la gestión política del gobierno; una política de equidad que cree riqueza, quite recursos al sector de mayor capital, y tenga capacidad de redistribuirlos en los sectores vulnerables o excluidos. De tal forma que, tener en este esquema de economía capitalista, criterios de distribución, criterios de balance del poder económico, de disponer de recursos para hacer las transformaciones económicas y políticas necesarias, es fundamental. Si se carece del instrumento económico, muy difícilmente prosperan los proyectos socio políticos del país. Creo que en esto también hay avance importante, aunque coexiste con el gran capital, y un poder económico privado, muchos opositores al gobierno, con esquemas tradicionales, desiguales y centralizados.

Las fuerzas armadas y de seguridad pública.

 Las entidades armadas de Bolivia fueron fundadas en el siglo XIX, conservan, a pesar de las reformas ocurridas durante más de siglo y medio de existencia, esquemas funcionales y organizativos tradicionales. Han convivido con alianzas históricas para preservar los modelos socioeconómicos existentes, pero más que eso, el pensamiento o cultura organizacional no se ha renovado, son instituciones centralizadas, jerarquizadas y militarizadas, incluso la seguridad pública. La manera de pensar se reproduce en el currículo formal y oculto, en las academias, unidades policiales, bases militares, no ha permeado suficiente el nuevo pensamiento político que se instaló en el poder desde 2006. Por tal razón considero que el eslabón más frágil del gobierno del MAS, son las fuerzas armadas y de fuerzas de seguridad pública, que obedecen a esquemas conservadores y jerarquías formales. El vínculo nacionalista y la identidad multicultural del país, el criterio de auto determinación de los pueblos como un derecho fundamental, el respeto al marco constitucional existente, creo no ha sido asumido. La nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia que promueve equidad y multiculturalidad, no estaba en la mentalidad, ni en los sistemas de formación, actuación, organización y funcionamiento del ejército y la policía. De tal forma que, frente a una crisis como la ocurrida, era fácil que el eslabón frágil se rompiera e hicieran lo que ocurrió: “recomendar al presidente que renunciara”. Es un golpe militar, romper el orden constitucional, un presidente legítimo electo por voto popular cuyo período concluye en enero de 2020, es obligado a salir.

Sin embargo, hay que tener en cuenta lo siguiente: el presidente renuncia en un mensaje público y quizás deja carta escrita “para evitar un baño de sangre”, pero no se formaliza el proceso de renuncia que requiere, según marco constitucional, un procedimiento: visto en sesión con quórum en el Congreso y ser aceptada. Esa renuncia no ha sido consumada, así que el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia es Evo Morales, en el exilio.

Aunque esas instituciones armadas cuentan con componentes afines al gobierno constitucional, podrían estar divididas; los mandos principales y algunos núcleos de sus unidades, han sido artífices del golpe. Recuerdo la vieja consigna en Nicaragua que sigue siendo válida: “¡Pueblo, ejército, unidad, garantía de la victoria!”.

Otra pregunta que surge: ¿Por qué Evo decide renunciar y no se niega a hacerlo? Habría que conocer el escenario concreto y escuchar lo ocurrido. Creo que un análisis simple es que el presidente y el grupo político que representa apuestan a preservar el liderazgo del MAS, a mantener la capacidad de movilización política y social, es la esquina del triángulo más sólido, a partir de ahí, retomar el poder político mediante un nuevo proceso electoral que deberá ser convocado frente al actual vacío de poder e ilegitimidad que ha generado caos. Restaurar el orden constitucional pasa por restituir al presidente Evo Morales.

Aspecto geopolítico de América Latina e intereses de Estados Unidos.

Finalmente, para cerrar este breve e inconcluso análisis, para tratar de comprender lo ocurrido en Bolivia, voy a referirme al aspecto geopolítico en América Latina y a los intereses de Estados Unidos en esta época.

En primer lugar, en el aspecto geopolítico, América Latina está enfrentando brotes de violencia por la crisis económica y política, particularmente “sorprendió” al mundo la situación de Chile, donde quedó en evidencia la grave y rígida desigualdad. Chile era “calificado” ejemplar, en cuanto a las recetas monetarias internacionales, una economía que “crecía próspera”, cuyo problema invisibilizado era que la distribución de la riqueza no era equitativa; la brecha entre los que más ricos y los que menos favorecidos crecía de manera sorprendente.

Las elecciones de Argentina: ganó un gobierno de centro izquierda, una nueva oportunidad para el país que desplazó al gobierno de derecha que no logró sacar el hoyo al país. Brasil, permanece en el poder un gobierno de derecha, de corte fascista, pero la libertad de Lula, que tenía según todas las encuestas tenía la mejor intención de votos, plantea la posibilidad de retomar fuerza su movimiento político. Colombia corre riesgo del resurgimiento de grupos armados frente al fracaso parcial de los acuerdos de paz, es una nación con problemas del crimen organizado y corrupción que se mantiene cercana a E. U. En Venezuela persiste el conflicto contra el gobierno de Maduro, la presión norteamericana de bloqueo y nombrar a un presidente títere que perturbar soluciones cívicas y legítimas. Estalló una crisis en Ecuador y otra en Perú; Uruguay va para una segunda vuelta electoral con la posibilidad que la izquierda preserve la presidencia; México, en la frontera con E.U., presenta un gobierno con un proyecto social nuevo y esperanzador. En general, América Latina está convulsionada.

Lo ocurrido en Bolivia no es ajeno al contexto inmediato, pero tampoco al problema en Estados Unidos, donde se agudiza su crisis macro económica general, el endeudamiento extremo, uno de los más altos del mundo, la cuenta en la balanza comercial es negativa, crecientemente deficitaria, está importando mucho más de lo que exporta, el déficit fiscal se profundiza, la relación con China deja enormes pérdidas en la balanza comercial. E.U. está conteniendo su propia crisis interna con emisión del dólar sin respaldo económico y que lanza al mundo. Algunos pronósticos especulan que es inminente que la “burbuja explote” y cause consecuencias graves. Lamentablemente la economía de norteamericana es enorme, cualquier daño en su economía tendrá efecto inmediato a nivel mundial y en particular en América Latina.

En ese contexto de crisis interna en E. U. donde se estima que 45 millones de personas están en la pobreza, casi el total de la población de Centroamérica, y donde el sistema capitalista se fortalece con mecanismos excluyentes, niveles de violencia interna, desajuste en la seguridad social, algunos avances que los demócratas impulsaron, particularmente bajo el liderazgo de Obama, han sido estancados por la actual administración norteamericana; lo mismo la relación con América Latina, se agudizó la crisis migratoria; la oportunidad que abrió Obama en relación con Cuba que significó aires de esperanza para la república caribeña, ha sido cortada, el gobierno republicano agudizó el bloqueo. En general la relación con América Latina ha sido tensa provocando conflictos para asegurar la dependencia.

Sin embargo, la sumisión de América Latina frente a algunas decisiones imperialistas sigue siendo relevante. E.U paga la principal factura de OEA, es el financiador más importante, la nómina del organismo depende de ellos, “el que paga, manda” dice el refrán. Varios países tienen una posición sumisa vergonzosa dentro de ese foro. En Naciones Unidas, también tiene influencia relevante, hay satélites que giran en torno a las decisiones norteamericanas en asuntos económicos, políticos, diplomáticos, etc., según sus intereses estratégicos.

La complicidad de actores externos que guardan silencio o pretenden justificar lo injustificable, la injerencia desestabilizadora de Estados Unidos y sus agentes locales e internacionales, algunas cadenas de comunicación en plataformas convencional y virtual que desinforman y manipulan, se articulan para socavar las conquistas populares que, a través de mecanismos electorales, han restablecido la democracia social participativa.

Sin embargo, hay dos actores claves que preocupan a Estados Unidos en el aspecto económico, principalmente China. China avanza a niveles importantes en el comercio mundial y provoca desbalances en la economía estadounidense, lo que lleva a tomar decisiones (alguna de ellas irresponsables), no ajenas a sus intereses en relación con China, hay una guerra comercial, también se enfrenta a otros actores mundiales, digamos europeos y asiáticos, en esa guerra comercial que nos perjudica a todos. El otro actor externo que preocupa a Estados Unidos es Rusia, por el poderío militar que representa y por influencia creciente con algunos actores como Venezuela, Irán, Siria, Turquía, etc.

El panorama nacional de Estados Unidos, en víspera de una elección donde el presidente está siendo investigado para posible suspensión, mediante un impeachment, y se prepara para la reelección y los demócratas están forzando un cambio. En ese contexto hay una crisis imperial, crisis política y económica seria, y en ese marco se agudizan conflictos fuera del país, para tratar de resolver o distraer de sus propios conflictos, es decir, los conflictos que provoca no son ajenos a sus conflictos internos, en la búsqueda de recursos naturales, del espacio político que ha perdido; con esa desestabilización que provoca fuera, pretende atraer “agua a su molino”.

El año 2019-2020, tiene la complejidad de la política interna de Estados Unidos, no es ajeno a las decisiones externas que provoca. Trump va a tratar de forzar caos en Bolivia, de forzar las contradicciones con Cuba, de agudizar la problemática en Venezuela y Nicaragua para ganar adeptos en el país, porque ese presidente, que desde América Latina vemos conflictivo, espontáneo, e irresponsable, en la sociedad norteamericana, en el sector común, es visto como alguien que está haciendo respetar la autoridad de E.U. o recuperando el prestigio histórico del imperio, con fuerte influencia política, económica y militar global, y puede que eso guste a muchos norteamericanos. Lamentablemente ocurre así; hay una elección que requiere ganar para preservar el modelo de dominación; asume un estilo autoritario, impulsivo, confrontativo y provocador hacia el mundo que no le es afín, perjudica a la humanidad en su conjunto.

Habría que ver cómo la política doméstica norteamericana afecta los problemas nacionales y regionales, la solución en Bolivia. Creo que la principal fortaleza del gobierno de Evo Morales del MAS, es el respaldo del marco constitucional. Es decir, el derecho está de su parte, es un derecho que el mundo muy difícil desconozca. Y, en segundo lugar, la fuerza legítima de la organización política y social, que tiene que movilizar y mantener firme para recuperar el espacio político perdido y retomar el rumbo de paz y prosperidad del país.

El futuro siempre será nuestro.

Tras los pasos de independencia y soberanía de Bolívar y Sandino: ¡adelante Bolivia!

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