La pareja atravesaba un puente peatonal en Reino Unido, cuando dos matones le arrojaron un cigarrillo a la mujer. No se imaginaba lo que le esperaba

Creyeron que iba a ser una presa fácil. ¿Qué podía hacerles el hombre si molestaban a su novia? Se iba a tener que ir o, si se atrevía a enfrentarlos, le iban a dar una paliza.
Nunca imaginaron que sería un boxeador, cuya identidad no fue revelada. Sin dudarlo, ante la provocación se dirigió al que le había tirado un cigarrillo a su pareja y lo noqueó de un solo golpe.
Su cómplice se abalanzó sobre él y empezó a pegarle en el cuerpo, pero poco daño le hicieron esos puños al pugilista. Lo tiró al suelo y le asestó un golpe fulminante. No alcanzó para dejarlo inconsciente, pero sí para hacerlo desistir.
Con la venganza consumada, el boxeador volvió con su novia y ambos siguieron su camino. El agresor que estaba despierto fue inmediatamente a reanimar a su amigo, que no reaccionaba.