«Me quedé tendido para que no supiera que estaba vivo», dijo este martes con la voz quebrada Ángel Colón, uno de los heridos en la matanza de Orlando, baleado en una pierna, pisado por quienes huían y sacado por encima de vidrios rotos por un policía.
«Estábamos pasando un rato agradable. Estábamos tomando un trago. Eran recién pasadas las dos. Estábamos despidiéndonos. Abrazaba a todo el mundo. Fue una buena noche. Sin drama, sólo sonrisas, risas y yo conversaba con una chica y de pronto escuchamos el estruendo de un disparo», contó la víctima de 26 años en una conferencia de prensa.
«Dejamos de hacer lo que estábamos haciendo, pero (el ruido) continuaba. Algo sucedía y nos tomamos los unos a los otros», continuó.
Colón indicó que al principio tuvo dudas de si dar su testimonio, pero que finalmente quiso que «todo el mundo sepa lo que pasó en esta comunidad» que se encontraba el domingo en la discoteca gay Pulse, en Orlando, donde murieron 49 personas y 53 fueron heridas.
«Me dispararon tres veces en la pierna, y caí. Intenté levantarme pero todos empezaron a correr en todas las direcciones. Me pisaban y los huesos de mi pierna izquierda se rompieron, se quebraron. A partir de ese momento ya no podía caminar», dijo.
«Lo único que podía hacer era quedarme tirado mientras que todo el mundo me pisaba y lo único que podía escuchar era los disparos, uno tras otro, y la gente gritando, pidiendo ayuda».
«En ese momento el hombre fue a otro cuarto y yo seguía escuchando los disparos. Pensé que estaba un poco más a salvo porque daba tiempo de que otros de tirarlo al piso y matarlo», dijo.
«Desafortunadamente, lo sentí volver y disparó a todos los que estaban ya muertos en el suelo. Asegurándose bien de que estuvieran muertos».
«Escuché (los tiros) más cerca, me di vuelta y le disparó a la chica que estaba a mi lado. Yo estaba allí tendido. Pensé ‘soy el próximo. Estoy muerto’. Y no sé cómo, por la gracia de Dios, apuntó a mi cabeza pero le dio a mi mano. Me disparó de nuevo y me dio en la cadera. Yo no reaccioné. Estaba dispuesto a quedarme tendido allí para que no supiera que estaba vivo».
«Disparaba hacia todas partes. Entonces se fue hacia la entrada y creo que fue cuando disparó a los policías. Escuché muchos disparos».
«Abrí los ojos (y vi) policías. Espero recordar siempre el rostro o el nombre del policía, porque le estoy agradecido», dijo.
«El policía me miró, se aseguró de que estaba vivo y me tomó de la mano y dijo que esa era la única forma de sacarme de allí. Le pedí que me cargara porque estaba sufriendo. No podía caminar», relató.
«Entonces empezó a arrastrarme por la calle hacia Wendy’s, y le agradezco, pero el suelo estaba cubierto de vidrios rotos. Me llenaba de cortes, en la espalda, las piernas, pero no sentía dolor, sólo sentía mi sangre y la de otras personas correr sobre mí».