Una infancia marcada por el rechazo y las burlas vivió Chatrity Sutter, quien sobrevivió a las graves quemaduras que sufrió cuando apenas tenía 4 añitos de edad.
La pesadilla para Chatryti empezó un día en que su madre le echó gasolina para combatir los piojos y terminó prendida en fuego y con el rostro deformado.
Su madre, en un intento desesperado por acabar con los piojos que la aquejaban y que persistían pese a todos los remedios que habían probado, decidió mojarle la cabeza con gasolina y tras un paso por la cocina una chispa hizo que su hija se prendiera en fuego, deformando para siempre su cuerpo y su rostro.
“Fue mi abuela a quien se le ocurrió la idea. Ella le dijo a mamá que en su día usaban queroseno para tratar los piojos y que funcionaba mejor que cualquier otra cosa que hubiera estado probando. Mirando hacia atrás, no sé cómo pudo siquiera pensar que esto era una posibilidad, era tan peligroso”, dijo Charity, ahora de 21 años.
La joven ahora vive en Flint, Michigan, en EEUU, y recuerda su trágico accidente como si contara algo insólito. Aunque pudo continuar con su vida, nunca llegó a perdonar a su madre por lo que hizo.