Un total de 31 clérigos. Ninguno en el sacerdocio activo. Dieciocho han sido arrestados en el pasado y 13 no lo fueron nunca. Diecisiete ya han fallecido. Todos ellos han sido “verazmente acusados” de abusar sexualmente de menores durante décadas.
Cuatro días después de que el papa Francisco aceptara la dimisión del arzobispo de Washington DC, el cardenal Donald Wuerl, de 77 años, acusado de encubrir un escándalo de abusos masivos a menores, la arquidiócesis de la capital estadounidense ha publicado una lista con los nombres de 31 miembros del clero “verazmente implicados” en abusos entre 1948 y 1996.
La lista está incluida en una carta, dirigida al clero, que destaca que “no ha habido ningún incidente de abuso de un menor por un sacerdote de la arquidiócesis en casi dos décadas”, pero pide “un necesario paso adelante hacia la transparencia total y la rendición de cuentas en el proceso de curar las heridas”.
De los curas no arrestados en su día, cinco figuraban en bases de datos de acceso público de sacerdotes acusados. Seis de los nombres no habían sido publicados con anterioridad. No especifica la carta de cuántos menores se abusó, ni si todos los casos fueron remitidos a las autoridades civiles.
La publicación de la lista se produce en un momento convulso en la arquidiócesis. Una exhaustiva investigación de un gran jurado de Pensilvania, documentada en un informe de 900 páginas fechado el pasado 27 de julio, detalló los delitos de más de 300 “curas depredadores”, muchos de los cuales estaban bajo la supervisión de Wuerl, que se vio obligado a presentar su dimisión el pasado viernes.
En el informe se acusaba al arzobispo de Washington de haber movido a los sacerdotes abusadores de una parroquia a otra, sin informar a las autoridades locales. El fiscal general de Pensilvania, Josh Shapiro, calificó la conducta de Wuerl de “absolutamente aborrecible”. Wuerl se refiere a la lista publicada, en declaraciones recogidas en un comunicado de prensa, como “un doloroso recordatorio de los graves pecados cometidos por el clero, el dolor infligido a jóvenes inocentes y el daño hecho a los fieles de la Iglesia, a quienes continuamos pidiendo perdón”.
En junio, el predecesor de Wuerl, Theodore McCarrick, también dimitió, en este caso después de haber sido objeto él mismo de acusaciones de abusos. También salió a la luz que dos diócesis de Nueva Jersey llegaron a acuerdos económicos con sacerdotes que acusaron a McCarrick de haber abusado de ellos en el seminario. El nombre de McCarrick no figura en la lista, porque los supuestos abusos habrían ocurrido fuera de la diócesis de Washington.
El informe de abusos del gran jurado de Pensilvania, según publica The Washington Post, dio pie a 1.272 llamadas a una línea telefónica para informar sobre abusos de curas. La misma línea había recibido 300 denuncias en los dos años anteriores. Al menos seis Estados han anunciado que impulsarán pesquisas a diócesis locales y la conferencia episcopal estadounidense ha admitido que hay que facilitar las denuncias de presuntas víctimas y la imposición de castigos a los clérigos.