Las historias de rescates exitosos tres días después del terremoto y el trabajo sin descanso de bomberos, policías, militares y perros amaestrados, con personal de otros países, mantienen viva la esperanza de quienes buscan a sus seres queridos.
El lunes, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, dijo que hasta el momento se registraban 54 personas rescatadas con vida. El mandatario ofreció el dato en declaraciones a periodistas durante un nuevo recorrido por zonas afectadas por el temblor.
Una de las historias que conmovieron a Ecuador fue el de Filerma Rayo en Pedernales. Durante cinco horas estuvo atrapada en los escombros de su propio restaurante.
«Estuve gritando y gritando. Al final me parecía que iba a morir allá», confesó Rayo, de 33 años, mientras se curaba un pie aplastado por un pedazo de concreto que le cayó durante el terremoto.
«Fueron mis hermanos quienes nos salvaron, en ese momento no habían llegado los socorristas», recordó Rayo, que dirige un restaurante en la planta baja de un hotel ahora destruido.
Guiados por sus gritos, sus hermanos y su marido se las arreglaron para abrirse paso entre los escombros y liberarlos alrededor de la medianoche, mucho antes de que llegaran los equipos de emergencia.
Los rescatistas trabajan todo el día en búsqueda de más personas sepultadas bajo los escombros.
En Portoviejo, con la ayuda de su teléfono celular, Pablo Rafael Córdova Cañizares alertó a los rescatistas que seguía con vida bajo una montaña de escombros, 40 horas después del desolador terremoto.
Pablo era el administrador del hotel El Gato, ubicado en la calle Pedro Gual, en el centro devastado de la capital manabita. El edificio, de nueve pisos, quedó en ruinas.
Él sobrevivió milagrosamente. Equipos de rescate de las Fuerzas Armadas, provenientes desde Cuenca, y del Cuerpo de Bomberos de Bogotá (Colombia) participaron en el operativo.
A las 04:20 del lunes, los rescatistas pidieron silencio a la multitud, amontonada alrededor de la cinta amarilla de seguridad, junto a la ambulancia lista para atenderlo. Solo segundos después lo sacaron por un túnel de pedazos de cemento y fierros, en una camilla y con un collarín.
Pablo alzó su mano izquierda en medio de los gritos y aplausos esperanzadores. Carlos Ceballos, uno de los rescatistas ecuatorianos, explicó que usaron varios equipos para estabilizar el suelo, una tarea difícil debido a las continuas réplicas.
Los niños que se alzan entre la tragedia
El 19 de abril, en Portoviejo, los lamentos de una pequeña fueron escuchados por cinco hombres, dirigidos por un policía comunitario, quienes llegaron a los restos de una casa. La menor estaba atrapada y algo presionaban su pierna.
Los uniformados, que tenían solamente la luz de un celular, buscaron entre los escombros hasta que lograron liberarla.
Otra de las historias que conmovió a los ecuatorianos fue el rescate de dos niños entre los escombros del hotel Umiña, en la provincia de Manabí.
Voluntarios y el servicio de rescate ecuatoriano fueron los encargados de esa labor que logró salvar a cinco personas, entre ellas los dos menores. El momento fue registrado por ‘RT’ y le ha dado la vuelta al mundo.