Julie no presentaba patologías previas. Su madre, Sabine, apunta a la tardanza de los resultados del test: «solo tenía un poco de tos hace una semana».
Julie tenía 16 años y ninguna patología grave previa. Aun así, el coronavirus se la llevó por delante este miércoles. El suceso ha conmocionado a Francia (el cuarto país europeo más afectado por la pandemia con 29.155 casos y 1.696 muertos este viernes), que no se explica como un patógeno que supuestamente se ceba con los más ancianos y aquellos debilitados por enfermedades anteriores ha podido acabar con la vida de una adolescente sana, la víctima más precoz de este enemigo invisible en su territorio.
«Solo tenía un poco de tos hace una semana», lamenta en declaraciones a AFP la madre de Julie, Sabine. Su hija comenzó a enfermar hace días en su domicilio del extrarradio de París. Intentó paliarlo con jarabe, hierbas y alguna inhalación, pero la cosa no mejoró y el lunes decidió llevarla al médico de cabecera, que advirtió dificultades respiratorias. Ya asistida por una mascarilla, se decidió trasladarla al hospital de Longjumeau, donde le hacen la prueba para detectar el coronavirus.
Sin resultados aún, por la noche su situación se agrava y el martes amanece en el Hospital Necker de París, que se describe en su web como «un gran referente en el tratamiento de enfermedades raras y patologías complicadas». Allí la visita Sabine el martes. En ese centro le hacen dos nuevos test del Covid-19 que dan negativo, pero esa misma noche llegan los resultados del realizado en Longjumeau y la conclusión es distinta, un positivo.
Ya en la madrugada del miércoles, Sabine recibe la llamada que nadie quiere atender. Para cuando llega al hospital, a la una, su hija ha muerto. «Sus pulmones no han aguantado. Los médicos han hecho todo lo que han podido para despertarla pero no ha servido para nada», apunta en Le Parisien Manon, la hermana de una chica inquieta, a la que le gustaba «bailar, cantar, hacer reír a la gente…».