Un medicamento que se desarrolló originalmente para tratar al ébola tiene una segunda oportunidad de protagonismo, ahora que equipos de investigadores de Estados Unidos, Asia y Europa se apresuran a evaluarlo contra el nuevo coronavirus.
El medicamento, llamado remdesivir, ya se ha administrado a un número limitado de pacientes hospitalizados con COVID-19, basándose en un «uso compasivo». Entre ellos se encuentra el primer paciente diagnosticado con la enfermedad en EE. UU., un hombre de 35 años del estado de Washington que buscó atención el 19 de enero, poco después de volver al país de Wuhan, China.
Acabó en el hospital, y después de que su función pulmonar se deteriorara, le administraron oxígeno, y luego una infusión de remdesivir. Mejoró al día siguiente, reportaron sus médicos en una edición reciente de la revista New England Journal of Medicine.
El problema es que los casos individuales no prueban que los tratamientos funcionen, o incluso que serían seguros si se administran a grandes cantidades de pacientes.
«No se puede dar por sentado que es seguro y efectivo», comentó el Dr. Babafemi Taiwo, jefe de enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina Feinberg de la Facultad del Noroeste, en Chicago.
Los pacientes hospitalizados con la COVID-19 se están asignando al azar a recibir infusiones de remdesivir o un placebo, además de la atención estándar, que incluye el soporte para la respiración.
El Dr. Victor Tapson es especialista en medicina pulmonar del Centro Médico Cedars-Sinai, en Los Ángeles. Explicó que «no averiguamos si algo de verdad funciona sin ensayos clínicos aleatorios».
HealthDay