Ocho personas, entre ellas cuatro niños, fallecieron luego de que fuertes aguaceros azotaron El Cairo y otras partes de Egipto, provocando enormes problemas viales e inundando importantes carreteras.
Las autoridades ordenaron el cierre de centros escolares y universidades en el área de El Cairo, y pocos empleados se presentaron a trabajar.
El caos creó dudas sobre la capacidad de El Cairo para afrontar lluvias intensas luego de años de falta de mantenimiento que han dejado la infraestructura en malas condiciones, como es el caso de los sistemas de drenaje y alcantarillado de la ciudad.
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