Por la vía terrestre fue trasladado ayer martes a Nicaragua el cuerpo del nicaragüense Carlos Marconi Antón Catín, de 37 años, quien fue ejecutado de un balazo y luego quemado por supuestos miembros de un cartel criminal en la localidad El Chahuite, en Oaxaca de Juárez, en el centro de México.
Los informes indican que el pasado 5 de noviembre, el pinolero salió del lugar donde se alojaba en Oaxaca a vender en las calles pan y café, con el fin de ganar dinero y seguir su viaje ilegal hacia Estados Unidos, sin embargo ese día ya no regresó.
Posteriormente, el compatriota fue encontrado ejecutado de un disparo y calcinado, por lo que personal de una funeraria levantó su cuerpo y dio a conocer unos tatuajes para que fuera reconocido por sus familiares.
Finalmente, los parientes de Carlos Marconi lograron identificarlo y empezaron a realizar las gestiones pertinentes para repatriar su cuerpo, lo cual tuvo un costo de varios miles de dólares.
Antes de salir del país, el desventurado habitaba en el reparto La Florida, de la ciudad de Chinandega, y se ganaba la vida vendiendo discos compactos, reproductores de música, audífonos y accesorios de teléfonos, en compañía de su señora madre, Mercedes Concepción Catín.
Carlos Marconi ya había sido devuelto la primera vez a Guatemala cuando intentó llegar a Estados Unidos en una caravana de migrantes ilegales.
Este era su segundo intento y salió de su natal Chinandega el 20 de abril de este año con poca ropa y muchos sueños.
El chinandegano dejó en la orfandad a sus dos hijos aún pequeños, a quienes les había prometido que si le salía todo bien nada les faltaría porque les mandaría dinero.
Tras recibir su cuerpo para darle cristiana sepultura, su familia aún sigue preguntándose por qué los criminales tuvieron tanta saña en su contra.