Imagínense un sitio donde puedan tomarse un café sin el constante ruido de las notificaciones de los celulares. Pues bien, eso es exactamente lo que propone The Offline Club, un movimiento que nació en Ámsterdam y que está ganando adeptos muy rápido.
El negocio funciona así: Entras al café, guardas tu celular en una caja de seguridad y te dedicas a lo que realmente importa: charlar con la gente, cara a cara, como lo hacían nuestros abuelos. Suena loco, ¿verdad? Pero resulta que la idea ha pegado muy fuerte.
Este movimiento lo iniciaron tres jóvenes en la ciudad de Ámsterdam, Holanda, preocupados porque sus teléfonos les estaban robando mucho tiempo de sus vidas.
Ilya Kneppelhout, le contó a la agencia británica BBC que ya ni conectaban con la gente por estar pegados a la pantalla. Lo que empezó como un experimento en cafés pop-up se volvió viral.
Ahora tienen más de 389 mil seguidores en Instagram y sus videos tienen más vistas que un partido de la Selección Nacional. El éxito fue tan grande que ya se expandieron a ciudades como Londres, Barcelona, La Haya y Róterdam.
En estos clubes, la gente puede hacer de todo, menos usar el celular. Leen, platican, juegan juegos de mesa e incluso disfrutan de música en vivo. Es como volver a los tiempos de antes, pero con un toque moderno.
Y lo más tuani es que, sin las pantallas de por medio, la gente se conecta de verdad. Hasta dicen que algunas parejas se han formado en estos encuentros, más romántico que un paseo en coche por Granada.
Los fundadores estaban tan convencidos de la idea que dejaron sus trabajos para dedicarse por completo a esto. Y no solo se quedaron en Europa, sino que ya están llegando a América y Asia. Quién sabe tal vez pronto veamos un Offline Club en la Avenida de Bolívar a Chávez o en en el Puerto Salvador Allende.
Además de las actividades en los bares, estos muchachos están organizando eventos con fines solidarios y colaborando con negocios locales. Es como si estuvieran creando una nueva forma de convivir, lejos de las redes sociales y más cerca de las personas.
Puede que sea el inicio de una nueva forma de relacionarnos, más humana y menos digital. ¿Se animarían a probar esta experiencia aquí en Nicaragua? Quizás sea el momento de dejar el WhatsApp por un rato y volver a las pláticas de sobremesa que tanto nos gustan.
Estaremos pendientes de si esta tendencia llega a nuestro país. Mientras tanto, quizás no sea mala idea practicar un poco de «desconexión» por nuestra cuenta. Al fin y al cabo, ¿qué es más lindo que una buena conversa con los amigos, sin interrupciones digitales?