Un importante avance científico fue revelado gracias al telescopio espacial James Webb, resolviendo una incógnita que ha intrigado a los astrónomos durante dos décadas desde que el telescopio Hubble descubriera un antiguo planeta gigante formado hace aproximadamente 13,000 millones de años.
Las nuevas observaciones del Webb demostraron que los discos planetarios alrededor de estrellas con baja metalicidad pueden persistir por períodos mucho más extensos de lo que se creía anteriormente, según explica Guido De Marchi, investigador principal del Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial en Noordwijk.
Este hallazgo revolucionario sugiere que la formación planetaria era posible incluso en las primeras etapas del universo.
El estudio se centró en el cúmulo estelar NGC 346, ubicado en la Pequeña Nube de Magallanes, que presenta condiciones similares a las del universo primitivo.
Los científicos han propuesto dos posibles explicaciones para este fenómeno: La primera sugiere que la menor presencia de elementos radiactivos en estas estrellas reduce la dispersión de sus discos circundantes, mientras que la segunda plantea que la formación a partir de grandes nubes de polvo y gas podría resultar en discos más resistentes.
Elena Sabbi, coautora del estudio y científica jefa del Observatorio Gemini, destaca la importancia de estos hallazgos para comprender la formación planetaria y la arquitectura de sistemas en diferentes entornos cósmicos.
Este descubrimiento no solo resuelve un antiguo misterio sino que también abre nuevas perspectivas sobre la evolución del universo temprano.