Un reciente estudio cambió la edad que calculábamos sobre nuestra Luna. Gracias a la minuciosa investigación de un grupo de científicos, ahora sabemos que nuestro satélite natural es unos 40 millones de años más antiguo de lo que inicialmente se creía.
La teoría tradicional sostiene que la Luna nació después de un choque masivo entre un joven y recién formado planeta Tierra y un objeto del tamaño de Marte. Esta colisión lanzó una vasta cantidad de escombros al espacio, que eventualmente se unieron y formaron la Luna, hace unos 4,400 millones de años.
Sin embargo, el equipo de investigación dirigido por la geóloga Jennika Greer, de la Universidad de Glasgow, estudió granos microscópicos de circón encontrados en muestras traídas de la Luna por la misión Apolo 17 en 1972. Estos cristales parecen ser las partículas más antiguas encontradas en el satélite.
Los cristales de circón son únicos. Durante su formación, absorben uranio pero rechazan el plomo. A medida que el tiempo avanza, el uranio se convierte en plomo a una velocidad conocida. Observando la relación entre el uranio y el plomo en estos cristales, los científicos pueden calcular con precisión cuándo se formaron.
Utilizando una técnica llamada tomografía de sonda atómica, el equipo pudo determinar que ciertos cristales tienen 4.460 millones de años. Eso significa que la Luna, al menos, tiene esa edad.
Este hallazgo no solo reescribe lo que sabemos sobre la edad de la Luna, sino que también plantea nuevas preguntas sobre su historia y su relación con la Tierra. Como señala Greer, «Cuando se conoce la edad de un objeto, se puede comprender mejor lo que le ocurrió durante su historia».
Esta investigación destaca la importancia de volver a examinar lo que damos por sentado y la emoción de descubrir nuevos detalles sobre nuestro vecino celestial.