Los médicos recomiendan dormir de 7 a 9 horas cada noche, pero en nuestra cultura dinámica de veinticuatro horas no resulta sencillo seguir el consejo. Los efectos más o menos comunes vinculados con la falta total o parcial de sueño son muy variados.
La irritabilidad, el dolor de cabeza, la distracción, la mala memoria o la melancolía son algunos de los efectos más conocidos vinculados a la falta de sueño. Sin embargo, muchos otros problemas de salud, tanto a nivel físico como psíquico, tienen origen en el insomnio.
Un estudio llevado a cabo por la Universidad de California con alumnos de la escuela secundaria reveló que la supresión de la clase más temprana, de 7:30 a 8:30, mejoró los resultados en un 2 por ciento en matemáticas y en un 1 por ciento en lectura. Pruebas similares en grupos de adultos también mostraron que el sueño prolongado repercute favorablemente en la capacidad de estudio.
Un conductor semidormido no es mejor que uno borracho, según los neurólogos. Si los accidentes causados por quedarse dormido al volante son comunes, en el caso de los pilotos, médicos de emergencias y otros profesionales que deben estar despiertos muchas horas, también existe un riesgo elevado de accidente o de negligencia.
Estar despierto cuando el organismo quiere dormir perjudica el metabolismo, lo que a su vez afecta a la resistencia a la insulina y de diabetes tipo 2. Además, la falta de sueño provoca un desequilibrio hormonal que aumenta el apetito y disminuye el control de los impulsos, combinación que conduce directamente al aumento de peso u obesidad.
La falta de sueño también amenaza al sistema inmunológico y a la defensa natural del cuerpo contra los microorganismos. La revista ‘Psychosomatic Medicine’ recoge un experimento con 19 personas que se vacunaron contra la hepatitis A a los que se sometió a diferentes horarios de sueño. Diez durmieron por espacio de 8 horas y el resto no durmió en absoluto. Al cabo de 4 semanas los primeros presentaban casi el doble de anticuerpos de hepatitis A. «El sueño debe ser considerado como un factor fundamental en el éxito de la vacunación», escriben los investigadores.
Estudios realizados en 2013 demostraron que un sueño anómalo afecta negativamente a la actividad genética. Un experimento demostró que pasar una semana durmiendo menos de 6 horas cada noche deriva en un comportamiento anormal de 700 genes, algunos de los cuales participan en el control de reacciones inmunes y de estrés.