Son 44 los países, entre ellos los 27 de la Unión Europea, que se sumaron a la operación Guardián de la Prosperidad, lanzada por los Estados Unidos el pasado 19 de diciembre «para salvaguardar el comercio en el Mar Rojo».
En el primer comunicado de la coalición multinacional, que condenó los ataques de los hutíes yemeníes contra buques de carga israelíes o en tránsito hacia Tel Aviv, no se mencionó ninguna reacción armada.
Sin embargo, en una declaración posterior, fechada el 3 de enero de 2024 y firmada por 10 Estados, entre ellos Alemania, Dinamarca y los Países Bajos (tres miembros de la UE), la referencia a las represalias fue explícita.
Todavía, los 73 ataques que, la noche del 12 al 13 de enero, bombardearon cinco regiones de Yemen controladas por los hutíes (que apoyan la resistencia palestina), matando a cinco combatientes e hiriendo a otros seis, fueron lanzados únicamente por las fuerzas armadas estadounidenses y británicas.
Les han apoyadas Canadá, Bahrein y un solo país europeo, los Países Bajos. Los demás miembros de la UE, empezando por España, no participaron y mostraron alguna irritación hacia los alemanes, daneses y holandeses que habían firmado la declaración del 3 de enero.
No es que esto signifique menos apoyo a la política belicista de la OTAN por parte de los países de la UE, como bien lo han demostrado el conflicto en Ucrania y el apoyo inveterado a la bulimia armada de Zelensky.
De hecho, todos se apresuraron a reiterar, el «derecho de los Estados Unidos a defender el tráfico mercantíl en el Mar Rojo». Se trata de riñas de patio trasero entre vasallos, que creen que pueden garantizar mejor sus intereses en la zona apoyándose en una presencia ya consolidada, y en vista de algún acuerdo más ventajoso.
Luego hay que hacer un cálculo a nivel político interno, sobre la cantidad de intervencionismo que todavía puede digerir la «opinión pública» de cara a las elecciones europeas de junio, tras la política de suicidio económico adoptada con las sanciones a Rusia y los gastos impuestos a los sectores populares europeos.
La UE ya participa activamente en la Operación Atalanta en una vasta zona del Mar Arábigo y el Océano Índico, lanzada en 2008 para «combatir la piratería». Y luego está la misión naval Agenor que, desde 2019, patrulla el Estrecho de Ormuz y tiene un fondeo en la base francesa de Abu Dabi.
Francia, Alemania e Italia estarían dispuestas a ceder uno de sus barcos ya presentes en la zona para una nueva actividad que complemente al Prosperity Guardian. Esto se discutirá el martes 16 en Bruselas en una reunión de los representantes diplomáticos de los Estados miembros y probablemente también en la reunión de Cancilleres prevista para el 22.
Ya a finales de diciembre, la UE había discutido si ampliar el mandato de la misión naval Atalanta para patrullar el Mar Rojo, pero España lo había vetado. Mientras tanto, tras los bombardeos angloamericanos sobre Yemen, Rusia ha pedido una reunión urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Los intereses comerciales en la zona son gigantescos. Alrededor del 12% del comercio mundial suele pasar por el Canal de Suez y, en general, por el Mar Rojo, así como el 9% de los productos relacionados con el petróleo.
Por allí pasan, por ejemplo, todos los componentes del coche, el aceite y muchos de los productos que se compran online. Por la proximidad de sus puertos y por ser un gran exportador e importador de materias primas, Italia es uno de los países interesados en el pleno funcionamiento del Canal de Suez. El comercio que pasa por el Canal de Suez supone para Italia 150 mil millones de euros al año.
Suez no sólo es un centro crucial desde el punto de vista económico, sino también geopolítico, ya que también permite el paso de imponentes vehículos militares como portaaviones, siendo el canal sin esclusas más largo del mundo: uno de los cuatro principales canales de paso obligatorio, puntos de cruce, a nivel global, porque impiden que los barcos circunnaveguen continentes enteros.
Además del petróleo que se dirige desde Arabia y el Golfo hacia el norte de Europa, por Suez también pasan decenas de millones de toneladas de cereales, minerales y metales. Unos 50 barcos al día y unos ingresos de 8,600 millones de euros al año para
Egipto, que controla los flujos de tránsito y que, para limitar los daños, ha ofrecido descuentos de hasta el 20% a los barcos comerciales que viajan desde Egipto a Europa, pero sin resultados.
Los ataques de la resistencia yemení llevaron a las cuatro principales compañías navieras occidentales a circunnavegar África, pasando por el Cabo de Buena Esperanza. Esto supone que, para transportar petróleo desde Oriente Medio a Europa, habrá que recorrer 9,600 kilómetros más, tener en cuenta un gasto adicional de más de 300,000 euros en combustible, un retraso de al menos 10 días en la entrega, y un incremento estimado en costos hoy hasta un 170% más.
En Alemania, Tesla, el gigante de los automóviles eléctricos, liderado por Elon Musk, dijo que suspenderá la producción en su gigafábrica de Berlín-Brandenburgo del 29 de enero al 12 de febrero debido a la falta de componentes por los prolongados tiempos de entrega, y que habrá entre 5,000 y 7,000 coches menos de lo previsto.
Mientras tanto, los medios europeos se dedican a menospreciar la fuerza y la credibilidad de los hutíes yemeníes. Un movimiento chiíta, nacido entre los años 1980 y 1990 en el norte de Yemen, único lugar del mundo donde se practica la corriente del islam chiíta conocida como zaidismo.
Un movimiento que se define como antiimperialista y antisionista, aliado de Irán y de Hezbolá que, además de la capital, controla grandes porciones de territorio en el atormentado país, uno de los más pobres de la Península Arábiga.
Un país que, antes de la caída de la Unión Soviética y de la expansión del tribalismo que avivó el imperialismo norteamericano y sus aliados, durante veintitrés años, a finales del siglo pasado, construyó el único Estado abiertamente socialista de todo el mundo árabe.
En la entonces República Democrática Popular de Yemen (RDPY, también conocida como Yemen del Sur, un país de dos millones de habitantes), se produjo una reforma agraria, la igualdad de derechos de las mujeres, la lucha contra el analfabetismo y un marcado aumento del nivel de vida de las masas populares.
Sobre las cenizas de esas esperanzas, hoy la determinación de los hutíes está dando un mensaje de resistencia y éxito contra la potencia militar más fuerte del planeta.
Sin embargo, los medios de comunicación guardan silencio sobre la arrogancia con la que, mientras bloquean cualquier resolución para detener la masacre en Gaza, Estados Unidos tergiversa en su propio beneficio la interpretación de las normas internacionales, para resolver en términos militares «el derecho a defender los barcos».
Detrás de la retórica de los «derechos humanos», entre el dinero y la vida de los niños, la balanza se inclina a favor del primero.