Con tal de atacar y construir un perfil de dictadura en Nicaragua, se han dado a la tarea de humanizar a Somoza.
Esto es una afrenta a la memoria histórica de los nicaragüenses y a todos aquellos que entregaron su vida en la lucha revolucionaria.
Relatan la historia de un somocismo descafeinado, que dicen no era tan malo en comparación con la Nicaragua de hoy.
Para ellos, aquel somocismo ya no es el instrumento con el que el imperialismo estadounidense sembró la muerte para someter a Nicaragua durante casi cinco décadas.
Critican la política de alianza del Sandinismo, como si fuera algo nuevo.
El Sandinismo, desde el tercerismo, siempre apuntó a la unidad de todo el pueblo para enfrentar en aquel momento a la dictadura somocista, luego para construir la revolución, después, desde la oposición, para defender las conquistas de la revolución, y en las últimas dos décadas y media a seguir avanzando en la revolución desde la reconciliación entre todos los nicaragüenses.
Ellos son quienes abrazan las órdenes de Washington, quienes cabildean en los pasillos del Capitolio estadounidense, quienes son proyectados por la maquinaria mediática de los imperios como grandes paladines de los derechos humanos, caminando de la mano con todos aquellos que entre 1990 y 2006 arrasaron con los derechos humanos del pueblo nicaragüense, negándole la cobertura de las necesidades más básicas para vivir.
Son traidores que se arropan de lo que alguna vez fueron para validar el veneno que hoy destilan.
Y no solo traicionan a Nicaragua. También traicionan a las revoluciones que enfrentan con valentía todos los ataques de la agresión imperial, proclamándose, sin ninguna vergüenza, enemigos de Venezuela y Cuba.
Sería bueno que los pueblos históricamente hermanos de la Revolución Cubana tomaran nota de esto.
Pueblos y gobiernos como México y Brasil, Argentina, o el pueblo chileno de Allende (no así su actual gobierno), que vean quiénes son los que se les presentan como revolucionarios sandinistas, y luego en la aceitada maquinaria mediática estadounidense y europea aparecen condenando al pueblo cubano, clamando por su «libertad y democratización», términos ampliamente prostituidos y utilizados para destruir, explotar y controlar el destino de las naciones soberanas.
Pero nada de esto es de extrañarse. Si están del lado de quienes en 1979 no querían una Revolución. Están del lado de quienes soñaban con un somocismo sin Somoza.
Pero en Nicaragua triunfó y triunfa la Revolución, que es y será siempre Sandinista.