Dos motociclistas se han llevado el susto de sus vidas. Uno al tener un terrible accidente, y el otro por entrar en pánico al no poder encontrarlo.
“Dios, tranquilo, tranquilo, relájate”, se dice a sí mismo, para luego empezar a preguntar “¿Dónde estás?”.
Aparentemente el amigo accidentado no sufrió graves heridas.