El dato es insoportable para la derecha conservadora. M&R preguntó: “Si las elecciones fueran hoy, ¿por qué partido votaría? La población respondió: FSLN 61.7%; PLC 4.9%; PLI 2.9%.
Más de dos décadas después de examinar el pulso de la opinión ciudadana, las distintas firmas han acumulado un caudal de experiencia y se esmeran en ofrecer un informe veraz, sustentado por sus investigaciones de campo a nivel nacional.
Pero este trabajo no siempre es reconocido cuando las verdades se visten de cifras que desmienten las palabras con que la derecha quiere distorsionar la realidad nicaragüense.
Antes acuñaron que las encuestas eran la “fotografía” de un momento. Es que el FSLN reaparecía en primer plano en 2006, en virtud de la actualización que empezaba a experimentar el partido con el liderazgo del comandante Daniel Ortega y la escritora Rosario Murillo. Entonces aguardaban la siguiente toma, a ver si salían “simpáticos”.
Cuando la “foto” de la alta popularidad del sandinismo se volvió un documental de largo metraje, validado por las urnas en 2011, el linchamiento mediático no se hizo esperar, comenzando con las elecciones. Nunca perdonaron haberse quedado sin Beatriz y sin retrato.
Dado que las empresas que ejecutan con regularidad los sondeos prácticamente coinciden en las preferencias, certezas y decepciones de la ciudadanía, algunos de sus críticos ya se contienen con sus epítetos.
Del desprecio abierto, esta facción, arrastrada por la contundencia de los estudios, pasó a tomar con “pinzas” las estadísticas para tratar de “operar” lo que está saludable, aunque siempre digno de fortalecer.
Pero de aquel desafinado coro que descalificaba las encuestas porque “son pagadas”, quedan todavía los frustrados aspirantes a la presidencia.
Mientras, hay quienes con cierto realismo evitan enfrentarse a las firmas consultoras, pues se convencieron que solo transmiten las evidencias. Prefieren hacerlo con la ciudadanía, al suponer, sin la agrura del rencor, que “el pueblo no dice lo que siente”; “el pueblo tiene miedo”.
Grandes Ligas del Odio
De los que aún hablan mal de las encuestadoras, aparte de los candidatos frustrados, sobresalen los radicales. Ayer lo fueron en la izquierda, y hoy, en la derecha, no hallan la manera de quedar bien con los otrora “enemigos” ideológicos y, de paso, superarlos en las Grandes Ligas del Odio.
Sus incoherencias son explícitas. Pretenden “luchar” y hablar en nombre del “pueblo”, execrándolo: “Pueblo obediente, dócil, desganado, apulismado, miedoso, trivial, individualista, consumista, incapaz de grandeza”. Esto es “piropo”. Han dicho, sin rubor, que el pueblo padece de “pereza colectiva”.
Es así que la derecha, a la vez de dividirse en tucos, pedazos, fracciones, fricciones y ficciones de siglas, amén de las colisiones de egos llamadas “coaliciones”, ahora ni siquiera se pone de acuerdo con el tema de las encuestas.
En cuanto al grupo de los “cirujanos”, tras entender que M&R, Borge y Asociados y Cid Gallup solo “diagnostican” cómo se encuentra el cuerpo social, les da por confundir el Consulado de Costa Rica con el quirófano: las filas de “pacientes” son largas, luego, ¡eureka!, hay “contradicción, apoyan al gobierno y se quieren ir”.
“Olvidan” que el neoliberalismo produjo un éxodo de tamaño bíblico por la gran cantidad de pueblo que huía de los Faraones de la Democracia. Por ejemplo, en diciembre de 2004, en plena “Nueva Era” de la Administración Bolaños, con la “mesa servida”, un “admirable Estado de Derecho”, una “robusta democracia” y “una pujante economía colindante con el Paraíso”, como predican sus apologistas, el 72.3% de los nicaragüenses se quería ir a como fuera del país.
En cambio, en octubre de 2015, con el presidente Ortega, tal tendencia se redujo al 47%, precisó M&R.
“Tres son multitud”
Hay un sector interesado en aprovechar los sondeos como si fueran de plastilina para estirar cualquier conclusión que se les ocurra. Después de menospreciar el trabajo de los consultores hoy sí aceptan su autenticidad: el 90% de los nicaragüenses quiere observadores electorales.
M&R destacó que el 94.1%, del 56.1% identificado con el FSLN, quiere a los observadores durante el proceso electoral, de igual manera, el 94.9 %, del 8.1% que constituye el universo de la oposición.
Es el dato: el FSLN dejó, volvió y está en el poder por someterse a la Democracia. Nunca le temió. Al contrario, los dirigentes de la derecha aborrecen tanto a las mayorías que decir “primarias” es pecado.
Empero, este mismo segmento de la derecha ahora sale con que las “protestas de los miércoles” han sido un “éxito rotundo”.
Atribuyéndose historias y victorias ajenas, ahora los derechistas “leen” que los sandinistas, al favorecer la observación electoral, son un “fruto” de las desérticas protestas en las inmediaciones del Consejo Supremo Electoral. Y esto que los acaban de acusar, sin pruebas en las manos, de “infiltrados” para “boicotear” sus exiguas manifestaciones estilo Hollywood, donde “Tres son multitud”.
No es de extrañar este arrebato melancólico por la vieja escuela de Somoza: “la Guardia lee como le da la gana”.
Consideran “pueblo” a las escasas personas que no llenan una rotonda; “demócratas” a la derecha autoritaria que rinde culto al dedazo; candidatos “ganadores” a los perdedores; “izquierda” a los que van a llorar donde la señora Ileana Ros-Lehtinen; “estado corporativo” a la fructífera alianza Gobierno-Trabajadores-Empresa Privada; “Nicaragua está peor”, al país cuya solvencia socioeconómica avalan el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal.
Por si fuera poco, difaman de “clientelista” y “asistencialista” los programas sociales Hambre Cero, Usura Cero y Bono Solidario que contribuyeron a cumplir con la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en la reducción del hambre, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO.
Es que cuando la derecha atropella a la verdad hasta la mentira sale malherida.