Este martes 7 de Julio se cumplirán 57 años de la muerte del compositor nicaragüense Justo Santos, quien en 1958 fue asesinado de un disparo por un celador borracho del antiguo Mercado San Miguel, de Managua, cuando regresaba a su casa en la madrugada después de realizar su trabajo de guitarrista y cantor.
En ese entonces, el homicida fue defendido por un novel abogado, quien ganó el caso y no se hizo justicia.
Justo Santos nació en Rivas en 1925. Vino a Managua muy pequeño y en esta capital lo sorprendió el terremoto de 1931. Estaba casado con Daysi Espinoza con quien dejó dos hijos, Odily y Eduardo, quienes habitan en la Colonia Máximo Jerez.
Formó parte del Trío Los Pinoleros, muy conocido en los años 50, cuando dominaba la escena de los conjuntos de voces y guitarras de ejecutores de música nicaragüense, el Trío Monimbó, de Pepe Ramírez y Carlos y Erwin Krüger, este último compositor de La Madrugada, Barrio de Pescadores y Palomita guasiruca.
De Justo Santos se dice que con La Mora Limpia hizo posible la magia de una melodía de belleza singular, cuyas notas, más que ninguna otra canción, han tocado el alma sensitiva de todo el pueblo de Nicaragua.
En el conjunto de canciones bellas del universo de la música nicaragüense, La Mora Limpia resplandece como la suprema expresión de la belleza musical de nuestra tierra.
Esta melodía es para nosotros, como Alma Llanera para Venezuela o Guantanamera para Cuba, expresan los expertos.
Algo injusto para Justo es que con La Mora Limpia sucede algo parecido a lo de los cantos de la Gritería de Alejandro Vega Matus: el pueblo los canta cada 7 de diciembre aunque no sepa quién es su autor, pues él se ha transformado no sólo en cantor sino en autor de los himnos que canta y en depositario de una tradición.
Esta es la magia de La Mora Limpia, la canción única que es de todos y no sólo del joven de 21 años que la compuso para participar en el concurso en homenaje al Centenario de Managua en 1946.
Por cosas de la vida, la canción no ganó el concurso pero ganó para siempre el amor del pueblo al que cantó en la más suya de sus fiestas patronales, cuando se reunía en La Mora, que había que rozar y limpiar, para ver pasar la procesión de Santo Domingo.
Los restos del compositor Justo Santos descansan en el cementerio oriental de Managua.