Hija de madre mexicana, Lynda nació el 24 de julio de 1951. Fuerte, inteligente y encantadora, se convirtió en un ícono de la cultura pop, pero se alejó de las cámaras de forma abrupta
Cuando Lynda Carter se convirtió en la Mujer Maravilla por primera vez en la televisión, nadie apostaba por el éxito que tendría el personaje. Ni siquiera los productores tenían fe en que un programa estelarizado por un heroína, en lugar de un héroe, pudiera capturar a las audiencias.
Sin embargo, lo hizo. Después de su estreno en 1975, la serie fue un rotundo éxito. Diana Temiscira, o Diana Prince, como se presentaba para ocultar su verdadera identidad, se convirtió en uno de los personajes más queridos de la televisión y la joven de diminuta cintura, ojos azules y cabellera castaña que la interpretaba en una de las estrellas más importantes de la pantalla chica.
Con la ayuda de un lazo de la verdad, un avión invisible y poderes sobrenaturales, Diana combatía a los villanos en un escenario ubicado en la década de los 70. Pero fuera de la pantalla, Carter libraba otra batalla: el alcoholismo, fruto de un matrimonio infeliz que le costó superar.
Sin embargo, como su personaje, venció todos los problemas que se le presentaron, aunque antes tuvo que luchar para conseguirlo.