Jeni Stepien, una joven estadounidense de 33 años, ha hecho posible que su gran deseo se haga realidad. En día de su boda le acompañó al altar el hombre que vive gracias al corazón de su padre, asesinado en un atraco hace diez años.
La ceremonia tuvo lugar el fin de semana pasado. Ese día, Jeni, radiante con su traje de novia, recorrió el pasillo nupcial junto a Arthur Thomas, un hombre de 72 años. Ambos se vieron las caras por primera vez el día antes de la boda, celebrada en Swissvale, en Pennsylvania, al este de Estados Unidos.
«Hace dos meses recibí una carte de Jeni», ha explicado Thomas. «En ella me decía: ‘soy la hija de la persona cuyo corazón está en tu cuerpo y me pregunto si tu y tu mujer Nancy os gustaría venir a mi boda. Me gustaría que me acompañaras al altar. Me impresionó. Me pareció perfecto que quisiera tener el corazón de su padre cerca el día de su boda», ha añadido.
Thomas ha explicado cómo fue el primer encuentro entre ambos la vigilia del gran día. «Nos abrazamos y luego ella me puso la mano sobre mi corazón. Fue un momento muy bonito y muy emotivo».
Una escena parecida sucedió durante la ceremonia. Tras conducir a la novia al altar, fue Thomas quien cogió la mano de la novia y se la puso sobre su corazón antes de dejarla junto a su futuro marido, Paul Maenner. «Muchas gracias por venir», le dijo entonces la joven entre lágrimas.
El padre de Jeni, Michael Stepien, de 53 años, jefe de cocina en un restaurante, murió cuando un adolescente de 16 años le disparó en un atracó un tiro en la cabeza mientras regresaba una noche a su casa del trabajo. Una vez en el hospital, su familia aceptó donar sus órganos. Thomas, que estaba al borde de la muerte debido a su débil corazón, fue el elegido para recibir el de Michael.
Padre de cuatro hijos, el traspante fue muy bien. Dos días después de la operación, Thomas que ya se había puesto de pie y seis meses más tarde se fue a esquiar.
«Les escribí una carta dándoles las gracias por salvar mi vida», ha dicho Thomas. Las dos familias se mantuvieron en contacto de vez en cuando durante diez años, pero nunca se habían encontrado físicamente.
Tanto la familia de Stepien como a la de Thomas les gustaría trabajar juntos para sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de ser donadores de órganos. «Todo lo que pasó el fin de semana nos ha unido. La familia Stepien es maravillosa», ha señalado Thomas.