«Me puse en mi cabeza que tenía que tomarlos. No sé por qué. Impulso». Esa fue la simple respuesta que un paciente del Hospital Amritsar Corporate, en la India, dio a los médicos que le consultaron por qué había tragado 40 filosos cuchillos en poco más de dos meses.
Al principio, cuando el oficial de policía de 42 años ingresó al centro de salud e informó que tenía un fuerte y profundo dolor abdominal, los profesionales que lo atendieron creyeron que se trataba de lo típico en estos casos: cáncer o algún otro tipo de enfermedad grave.
Sin embargo, al colocar una cámara para examinarlo, vieron algo muy diferente. Tanto llamó la atención que realizaron un nuevo escaneo sobre el cuerpo del silencioso paciente para confirmar el pronóstico, según confirmó a The Washington Post Jatinder Malhotra, el jefe de cirugía del Hospital Amritsar.
«En 20 años nunca vi un paciente así. Estaba sorprendido. Le preguntamos si había consumido esos cuchillos en unos días o en pocos meses. Dijo que había tomado 28 en los últimos dos meses», agregó el médico.
En medio de la cirugía, hallaron 28, pero el paciente seguía sangrando demasiado y no viviría mucho más. Siguieron buscando. Y encontraron otros 12. En total, 40. Todos fueron sacados de su estómago durante una cirugía que duró unas cinco horas.
Los profesionales que lo atendieron quisieron comprender por qué el hombre había ingerido esos cuchillos. Nadie supo dar una respuesta válida. El hombre sólo atinó a decir que lo hizo por «impulso». De hecho, según detalla el Journal of the American Board of Medicine, existe una condición llamada Pica que es la «alimentación compulsiva de sustancias no nutritivas y que puede tener implicancias médicas serias».
Por lo general, dura poco más de un mes y los pacientes comen pinturas, plásticos, basura, hielo o productos de limpieza.
Los médicos del Hospital Amritsar creen que eso pudo haber sido lo que afectó al oficial, aunque deberán hacerle más estudios para determinarlo con seguridad. Sin embargo, esperan no verlo más en esas condiciones. Al menos eso fue lo que les prometió. «No lo haré más», dijo el hombre, y se retiró.