Hace ochenta años dio a luz la madre más joven de mundo: Se trató de una niña de cinco años de edad, que quedó embarazada cuando solamente tenía cuatro años y ocho meses en una localidad de Perú, tras un abuso familiar cuyos detalles nunca quiso revelar.
El parto a través de cesárea ocurrió el 14 de mayo de 1939 en el hospital San Juan de Dios, en Pisco, Perú, donde la menor fue llevada por su padre Tiburcio Medina.
Lina había sido llevada al centro asistencial por una deformidad que le causaba cólicos y hacía que el vientre le creciera mes a mes, fue entonces que los galenos de medicina general reportaron el caso a su jefe, el doctor Gerardo Lozada, quien no salía de su incredulidad mientras le hacía exámenes.
Culminado el chequeo, Lozada le comunicó al padre de Lina que su hija tenia un embarazo de 7 meses. Le dijo también que, por tratarse de un caso delicado, debía dar parte a las autoridades.
Primeramente las autoridades detuvieron al padre de la menor y luego al hermano de ésta, por ser sospechosos del evidente caso de violencia sexual infantil.
La noticia se regó como pólvora en Perúa, provocando gran asombro en la población, pues la menor embarazada todavía tenía todos sus dientes de leche.
Otro aspecto que llamó la atención fue que la menor había empezado a menstruar antes del primer año de vida y a los dos ya presentaba vello púbico.
Al nacer, el bebé de Lina pesó 2 700 gramos. Los papás de Lina rechazaron una oferta de viajar para ser exhibidos en la Feria Mundial de Nueva York, con gastos pagados y 4 mil dólares al mes, pero aceptaron otra oferta de 5 mil dólares de un empresario estadounidense para que madre e hijo viajaran para ser investigados por científicos en Estados Unidos (la propuesta incluía un fondo que garantizaba su bienestar de por vida).
En ese entonces el gobierno peruano decretó que Lina y su hijo estaban en “peligro moral” y decidió crear una comisión especial para protegerla. En pocos meses abandonaron el caso y Lina nunca recibió ni un centavo de ese empresario.
Su hijo fue criado creyendo que era el décimo hijo de sus abuelos, pero cuando tenía 10 años se enteró de que Lina no era su hermana sino su madre.
Gerardo murió a los 40 años de edad a causa de una rara enfermedad de la médula ósea. Ahora su madre, lleva una vida ajustada, lejos de la prensa que hace 80 años la convirtió en un tipo de fenómeno del que todos quería saber.