Lo que perdió Nicaragua con élite libero-conservadora y los 2.5km2

I

La resolución de La Haya lastima la integridad territorial de Nicaragua pero no en el grado apocalíptico que quiere hacer creer el eco del pasado, si lo comparamos con el historial de despojo que la oligarquía libero-conservadora facilitó especialmente a Costa Rica.

Como bien lo ha señalado el doctor Mauricio Herdocia, el fondo del reclamo costarricense era avanzar en sus pretensiones para extender su plataforma continental sobre el Caribe. Sin embargo, los 2.5 kilómetros2 cedidos a San José no maltratan la configuración de Nicaragua que en la Costa Caribe baja de Cabo Gracias a Dios a Punta de Castilla, el punto limítrofe de referencia en el sureste.

Nuestro país mantiene su posesión en la Laguna de Harbour Head, la Desembocadura del Río San Juan, y la Barra de Arena. Todo ese territorio es un valladar que impide a Costa Rica expandir su frontera en el Caribe.

II

La sentencia es apenas un fotograma de una película de largo metraje sobre los anhelos históricos de Costa Rica. Pero cierta gente interesada trata de proyectarlo como lo único que ha existido entre las dos naciones, sin contar con Honduras.

Una de las enormes pérdidas, soberana por su magnitud y correspondencia geográfica, es la de Guanacaste, Nicoya y territorios adyacentes al sur del Río San Juan, ocurrida en el siglo XIX.

Puesto que un mínimo sector de la oposición conservadora ha querido sacarle jugo político al tema –“Contundente derrota de la política exterior” del presidente Daniel Ortega– ovacionando a Costa Rica y mostrando lágrimas de cocodrilo al interior, la pregunta es: ¿qué son 2.5 kilómetros2 de humedales otorgados por la Corte Internacional de Justicia al vecino del sur en comparación a los más de 13 mil kilómetros cuadrados de territorio que sus antepasados ideológicos entregaron campantemente al mismo país?
Los suampos de Harbour Head son vitales para las especies del área y esa es su función, sea que pertenezcan a Nicaragua o Costa Rica.

Mientras nuestro país fue gobernado por las élites conservadoras de Granada y liberales de León, no se perdió un pequeño pantano de utilidad biológica para los animalitos, sino dos extensas provincias y otra parte del mapa al sur del San Juan, con recursos naturales, costas y sobre todo, pueblos, es decir, vidas humanas.

El tema es de orden nacional, pero si quieren aprovecharlo para sus intereses políticos, debemos recordar que a lo largo de la Historia, a los sandinistas en el poder solo les han arrancado dos kilómetros y medio de territorio. Asimismo, fueron los primeros en elevar la causa para anular el Tratado de 1928 que autorizó el presidente conservador Adolfo Díaz. Así empezó la lucha con los instrumentos jurídicos para recuperar nuestro Mar Caribe ante los afanes expansionista de Colombia.

Fue precisamente por el entreguismo de la oligarquía libero-conservadora que los Estados Unidos “pagó” a Colombia, con nuestra soberanía en el Caribe, el invento de un nuevo país para la ruta canalera.

El 19 de noviembre de 2012, de nuevo con un Gobierno Sandinista, aquella lucha iniciada en 1979-80 llegó a su fin con el fallo de La Haya, aunque las islas hayan quedado, de acuerdo a la “tradición” de la Corte, en posesión de Bogotá.

En su Geografía Básica de Nicaragua, 1972, el doctor Jaime Íncer ofrece esta lectura: “Se calcula que Nicaragua ha cedido unos 50 mil kilómetros cuadrados de su territorio original a los países vecinos, en base a reclamos imprecisos sobre las jurisdicciones coloniales, disputas que Nicaragua ha concedido en aras de mantener la armonía con sus hermanas vecinas de Centroamérica”.

Es decir, hemos perdido bajo las administraciones liberales y conservadoras casi una Costa Rica entera, cuyo territorio es de 51, 100 km². El sandinismo en la Historia de Nicaragua es el que mejor ha defendido la soberanía nacional.

III

El Vicepresidente de Nicaragua, Omar Hallesleven, al ser consultado sobre los resultados de la Corte dio una respuesta que vale para la sentencia que tarda en acatar Colombia.

“Los nicaragüenses tenemos que entender que La Haya emite resoluciones donde da parte a cada uno de los que se presentan a que les revisen su problemática y eso es lo que ha sucedido en esta oportunidad: un fallo balanceado”.

Y el Vicepresidente tiene razón, al ver los antecedentes de la CIJ. Algunos entendidos en Derecho Internacional se han acomodado a un lugar común que uno no lo acaba de entender, menos de convencer: la Corte emitió un “fallo salomónico”.

No obstante, estos juicios están en la antípoda de la historia bíblica de las dos mujeres que se disputaban un niñito ante el Rey Salomón.

El monarca nunca trató de quedar bien con la una ni con la otra, dividiendo al bebé. Él estaba del lado de la justicia y de eso se trataba. Sabía que lo esencial era distinguir entre la falsa madre y la verdadera. Es que la madre de toda justicia es la verdad.

Salomón dio un formidable veredicto: “Partid en dos al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra. Entonces la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey (porque sus entrañas se conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! Dad a esta el niño vivo, y no lo matéis. Pero la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo. Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquella el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre”.

IV

Se dice que los magistrados del alto tribunal global cuentan con hojas de vida impresionante, lo cual no se les niega, pero, ¿dónde cabe semejante sabiduría si ya existe un machote, un cliché, un patrón para emitir, como dice el general Hallesleven, “resoluciones donde da parte a cada uno de los que se presentan…”? Básicamente, las sentencias en los diferendos con Colombia y Costa Rica, guardando las proporciones, son las mismas.

Aunque la batería de juristas del Papa y él mismo hubiese ido a La Haya a abogar por Nicaragua; aunque Greenpeace respaldara al país con sus propias investigaciones sobre el grave daño de la carretera tica al río San Juan, y las estrellas de Hollywood sensible ante los temas ambientales se pronunciaran a favor nuestro, la sentencia no podía fallarle a la “tradición”.

Cualquier ciudadano del mundo, sin necesidad de haber aprobado el primer año de Derecho, con solo ver el mapa del Caribe, advertirá a qué Estado le pertenecen el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; cayos y bancos de Roncador, Serrana y Quitasueño.

Es lo que pasó con la carretera de Chinchilla paralelo al curso del Río San Juan. Cualquiera sabe, aunque no sea docto en ecosistemas ni nada que se le parezca, que al construir una carretera eliminando la cobertura boscosa que protege al cuerpo de agua, se está destruyendo un activo de la naturaleza.

Y mientras allá prefieran continuar la “tradición”, un día de estos Costa Rica podría reclamar la zona de Colón y hasta la cabecera municipal, Cárdenas, al suroeste de Nicaragua. Entonces de nada valdrá que lleguemos con fotos de la NASA, el refuerzo de los jurisconsultos de la Casa Blanca, los asesores del Capitolio y del Kremlin. Ya sabemos la decisión: Colón le queda a Costa Rica y Nicaragua “gana” Cárdenas.

La Escritura de 1 Reyes 3:16-28 debería integrarse a los estudios de Derecho porque no siempre la equidad es sinónimo de justicia, sino todo lo contrario.

Salomón no era un juez equitativo, gracias a Dios. Fue un Rey justo. Por eso, la mamá verdadera se fue con su niño completo.

**Edwin Sánchez

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