Nuestros antepasados creían que el tamaño de nuestra nariz está relacionado con el órgano sexual masculino. Por ejemplo el emperador romano Julio César era narizón y se dice que tenía un voraz apetito sexual.
A pesar que la ciencia califica esta aseveración como un mito existen estudios que la nariz influye directamente en la sexualidad de las personas; desde la elección de la pareja hasta la capacidad para detectar emociones.
Un escrito publicado por la revista Biological Psychology sugiere que los hombres dotados de peor sentido olfativo tienen también menos encuentros carnales.
Según los psicólogos de la Universidad de Dresde se debe a que su mala nariz les hace sentirse inseguros a la hora de detectar señales eróticas. Las personas que «nacen sin sentido del olfato, lo que se llama anosmia congénita, reflejan una mayor inseguridad», detallan los investigadores.
Aunque a los romanos les impresionaban mucho los hombres con penes de grandes dimensiones no existe esa correlación entre nariz y el miembro viril.