Reír se ha considerado siempre como un acto positivo mientras que llorar ha sido estimado desde un punto de vista negativo y traumático. Se han resaltado mucho los innegables beneficios físicos y emocionales de la risa; pero poco se ha dicho sobre las bondades del llanto.
Es cierto que reír nos favorece, tanto en lo físico como en lo emocional: aumenta la circulación sanguínea, estimula el cuerpo y mejora nuestra salud, elimina el estrés y las tensiones, eleva la autoestima, aumenta la inteligencia y retrasa el envejecimiento. Pero también llorar tiene sus ventajas; por ejemplo, permite eliminar adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que se segregan en exceso en las situaciones de estrés).
El doctor William Frey, del Saint Paul Ramsay Medical Center, en Minessota, asegura que los gestos de la risa y el llanto son muy similares y “una buena llorada” alivia tensiones, elimina la tristeza y permite que una persona se conozca mejor a sí misma y se relacione de una forma más honesta con los demás.
Los resultados de los estudios realizado por Frey establecen que “llorar no sólo viabiliza el desahogo y la distensión de las emociones, sino que permite a una persona ver con claridad; pues las penas obstruyen el intelecto.”
Llorar para ser feliz
Aunque no lo crea, llorar también beneficia su salud emocional, pues le ayuda a sacar las sensaciones negativas que un determinado evento o circunstancia haya causado a su vida.
Llorar le permite eliminar toxinas y luego de permitirse derramar sus lágrimas sentirá un efecto beneficioso, un bienestar similar a tomar un baño tibio antes de ir a la cama.
De ahí la importancia de formar entes, desde la primera infancia, que entiendan la importancia de verter sus sentimientos y sentir desahogo en el llanto.
Llorar definitivamente no es una debilidad del ser humano, es una válvula de escape, como si se tratara de una olla de presión, no permitirse llorar sólo provocará ganar más presión, sentirse impotente e incontralable y en el momento menos esperado explotar; es alimentar una bomba de tiempo, cuya única finalidad será explotar en el momento que menos se este esperando.
El llanto emocional (no el provocado por el dolor físico), cumple una función vital en el desarrollo humano. Las reacciones químicas propias de las lágrimas activan determinadas hormonas que producen efecto tranquilizador beneficioso para el organismo, al eliminarse ciertas sustancias depresoras producidas por la sensación de tristeza.