La escritora y bloguera estadounidense Brittany Gibbons decidió que iba a tener sexo con su marido todos los días durante un año. ¿La verdad detrás de esta decisión? Se sentía incómoda con su cuerpo y avergonzada. Esos 365 días la trasformaron en la mujer, madre y esposa que es hoy.
Las inseguridades con su físico comenzaron cuando dio a luz a su tercer hijo. No podía estar sin ropa frente a un espejo, se ocultaba detrás de una camisola y tenía relaciones sexuales con las luces apagadas para que su esposo, Andy, no la viera desnuda. Incluso tenía toda una táctica armada para no ser vista por él: esperaba que saliera de la habitación para vestirse.
A medida que pasaron los años, no poder desnudarme comenzó a preocuparme. Tras un conversación con una amiga, que le aconsejó hacer la experiencia, la mujer de Ohio decidió llevarla a cabo y se la sugirió a Andy, quien aceptó el reto con gusto y sin objeciones.
«Tengo dolor de cabeza» y «esta noche no» fueron algunas de las excusas que el matrimonio no se dijo por un año.
Al principio, confiesa que no fue fácil y muchas veces lo hacía para mantenerse fiel a su palabra. Pero después todo cambió. En sólo unos meses de esa rutina sexual, comenzó a desear que sucediera todo el tiempo.
“No lo hice para salvar mi matrimonio. Lo hice para salvarme a mí misma”
«El sexo generó más sexo», asegura Gibbons en un artículo para el sitio GoodHousekeeping. Los encuentros íntimos relata ya no sólo sucedían en la habitación. Con el correr del tiempo, se trasladaron a otros espacios del hogar: desde el lavadero, pasando por el vestidor, hasta el garage.
Andy y Brittany se encontraban cada vez más unidos. Eran más cariñosos y románticos el uno con el otro en situaciones ordinarias: «Nos tocábamos los brazos al pasar y nos besábamos antes de ir al trabajo.
Nuestra relación se hacía cada vez más fuerte a medida que aumentaba la intimidad».