Melissa Benoit, de 33 años y que padece de fibrosis cística, contrajo en abril de 2016 una infección pulmonar que se extendió por todo su cuerpo y le causó un choque séptico que afectó al funcionamiento de los principales órganos de su cuerpo.
Debido a la extrema gravedad de su estado, y como última solución ante su inminente muerte, los médicos del Hospital Toronto General decidieron extirpar sus pulmones, el foco de la infección séptica, y mantenerla con vida a la espera de una donación de órganos.
Los doctores explicaron hoy en una rueda de prensa en Toronto que Benoit, que tiene una hija de tres años, entró en estado de coma y fue conectada a una máquina que realiza la función de los pulmones (la oxigenación de la sangre y la eliminación del dióxido de carbono) y a un sistema de oxigenación por membrana extracorpórea.
De acuerdo con el equipo médico del Hospital Toronto General, que realizó la operación a mediados de abril, se trata de la primera vez en la que se completa con éxito este procedimiento.
La extracción de los pulmones duró nueve horas y el procedimiento estuvo dificultado por la mala condición en la que se encontraban los órganos, llenos de mucosa y endurecidos por la enfermedad que padece Benoit.
Seis días después de extirpar los pulmones, los doctores trasplantaron a Benoit unos nuevos.
Benoit declaró durante la rueda de prensa que tras despertar de la operación de trasplante no sintió ningún dolor por lo que no creyó en un principio haber recibido los pulmones que necesitaba.
La paciente añadió que hoy se siente «fenomenal» aunque todavía necesita un trasplante de riñón porque los suyos resultaron gravemente dañados por la infección original.
Benoit, que ha empezado a caminar en las últimas semanas, recibirá un riñón donado por su madre cuando esté más recuperada.