La sospechosa fue identificada como Gyulchekhra Bobokulova, de 39 años, una musulmana que tiene tres hijos y sufre psicosis.
El día del crimen, Gulchejrá dijo a la policía que escuchó voces, tras lo cual incendió la casa donde trabajaba, estranguló a la pequeña Anastasia y luego la decapitó con un cuchillo de cocina.
Posteriormente, dejó el cuerpo de la niña, quien padecía problemas de aprendizaje, con la ropa de noche en su cuna y salió a la calle con la cabeza dentro de una bolsa roja. Allí se acercó a una estación de metro en Moscú al grito de «¡Alá es grande!» y amenazaba con inmolarse, aunque al momento de su detención no portaba ningún tipo de explosivos.
Los padres de Anastya, Vladimir y Ekaterina, aseguraron que Gulchejrá Bobokúlova hace un mes viajó a su tierra natal para renovar su pasaporte y, cuando llegó a su casa, se enteró de que su marido tenía una nueva familia.
A partir de ese momento cambió su carácter. Visitaba páginas que el matrimonio Meshcheryakova no entendía. Incluso comenzó a rezar mucho, aunque sin llegar al usar el velo islámico.
Esta mujer ahora enfrenta una pena máxima de 20 años de cárcel, siempre y cuando la encuentren psicológicamente apta para enfrentar un juicio.
El caso ha movilizado a los moscovitas, quienes dejaron flores, juguetes, chocolates y globos en la entrada de la estación de metro de Oktyabrskoye Pole.