David Nutt, neuropsicofarmacólogo de la Escuela Imperial de Londres (Reino Unido), se ha comprometido a desarrollar un vodka ideal. Su versión de la bebida alcohólica no provocará resaca, agresividad, ni lagunas de memoria o cirrosis hepática.
Nutt asegura que la misión no es tan difícil como parece. Detalla que los efectos negativos del alcohol son fruto de la reacción de los receptores en el cerebro: por ejemplo, la memoria falla tras beber demasiado debido a que las moléculas del alcohol se conectan con ciertos receptores en el hipocampo.
De ahí concluye que en las condiciones en las que es imposible convencer a la gente de que cambie sus hábitos y no beba en exceso, la única manera de reducir los daños del alcohol es sustituirlo por una sustancia embriagadora más segura. Según comentó Nutt al diario británico ‘The Guardian’, el sustituto será un derivado de las benzodiacepinas, pero bastante diferente del diazepam (Valium): tendrá como objetivo las mismas secciones del cerebro, pero sin reproducir los efectos negativos graves.
«La ciencia moderna nos permite tener los efectos relajantes y embriagadores, pero evitando la adicción», comenta el médico. Sin embargo, subraya que su innovación afectará solo a las bebidas fuertes: advierte que en el caso del vino, estropearía el sabor. El alcohol sintético tendrá un efecto acumulativo durante las tres primeras dosis pero las copas posteriores ya no tendrán ningún efecto adicional. Nutt detalla, además, que ya inventó un antídoto para cualquier efecto adverso: una píldora para recobrar la sobriedad. De momento, no ha esclarecido en qué fecha aproximada planea finalizar los experimentos y presentar su innovadora sustancia.