Centenares de personas se desplazaron este domingo a bordo de 27 lanchas, para participar en las fiestas de la Purísima Inmaculada Concepción de María, Patrona de Nicaragua, por su llegada al país a través del puerto de El Realejo, Chinandega, hace 454 años.
Católicos de Corinto, Chinandega, El Viejo y León, asistieron a la peregrinación que inició a pie en El Realejo, el sábado, y este domingo continuó con la procesión acuática, en El Viejo.
Este domingo en la mañana se realizó una misa en El Viejo, dando inicio al novenario a María, que espera la tradicional serenata de los artistas nacionales y posteriormente la lavada de la plata, el seis de diciembre.
En el año 1562, a la ciudad de El Viejo, departamento de Chinandega, llegó por designio de Dios la venerada y milagrosa imagen de la Purísima Concepción de María, hoy Patrona de Nicaragua.
Para entonces, don Lorenzo de Cepeda, quien viajaba hacia Perú, tuvo que hacer escala a causa de una depresión tropical, en el húmedo Puerto de la Posesión, ahora llamado El Realejo.
Entre las cosas que Don Lorenzo traía consigo se destaca una imagen de la Virgen de la Concepción.
De El Realejo, don Lorenzo de Cepeda se vio forzado a viajar al pueblo cercano de El Viejo, buscando mejor clima y como era muy devoto de la Virgen, se la llevó con él y la colocó en la parroquia por seguridad y evidente comodidad.
Los habitantes de El Viejo, indios y mestizos, fueron atraídos por la belleza de la imagen, y llegaban a la parroquia a admirar a la «Niña Blanca». Pronto adquirió prestigio de milagrosa, pero don Lorenzo tenía que partir y a pesar de las protestas y ruegos, empacó su bella imagen y se fue a El Realejo para embarcarse rumbo a Perú.
Cuando el barco se hizo a la mar, vino otra tormenta y el velero tuvo que regresar al puerto nicaragüense para evitar un naufragio. De nuevo Don Lorenzo se fue a El Viejo, cargando la sagrada estatua de la Virgen de la Concepción.
Entonces, el pueblo entero se volcó fervoroso a venerar a la Virgen y mestizos, indígenas y españoles interpretaron que la Virgen no quería irse de El Viejo, que la Inmaculada Concepción, que quería quedarse.
El pueblo entero ejerció una gran presión en don Lorenzo y éste como fervoroso hijo de María, cedió «a los deseos de la Virgen», donó la imagen al pueblo de El Viejo y partió hacia su destino original, Perú.
La devoción a la Inmaculada Concepción creció enormemente y hoy es venerada en un bellísimo altar de madera y aujilla de oro donado por sus devotos por gracias concedidas.