Samanta (nombre ficticio), es una prostituta que a sus 32 años de edad, recordar que fue abandonada por la mujer que la pario aún no puede superarlo.
Sus ojos se enrojecen, no sostiene la mirada fijamente, las palabras salen a presión por el nudo que se le atora en su garganta al contar que su mamá la dejo a la deriva cuando tenía apenas tenía 13 tiernos años.
Mientras otras niñas a esa edad sueñan con una fiesta de cuento de hadas porque se aproximan sus 15 años, a Samanta le toco enfrentarse con lo duro que es la calle, sin madre, ni padre ni familia que le diera la mano.
Desesperada, agobiada y sin motivación de nadie Samanta dejo de estudiar su tercer grado de primaria y tomo la decisión de prostituirse desde entonces para poder sobrevivir.
Para Samanta, cada mes de las madres es amargo porque su mayor regalo sería volver a ver a su mamá para abrazarla y decirle cuanto ha deseado dormir en sus brazos y que pese a su abandono no le guarda rencor.
Samanta, de test morena, estatura mediana ha lidiado con drogas, alcohol y hombres violentos.
Una vez me pusieron una pistola en la sien y en otra ocasión un cuchillo en la garganta, no me pagaron y me dejaron botada, dijo Samanta muy amargamente.
En sus inicios como trabajadora sexual lo hacía por las noches pero actualmente lo hace en el día, en el sector del Cine González.
Samanta ha sido víctima de discriminación por hombres y mujeres que pasan por la zona, por eso aspira a dejar esa profesión porque además quiere darles algo mejor a sus tres hijas y evitarles la vergüenza de que su mamá es una prostituta.