Entre las 6 y 05 y las 6 y 25 minutos del miércoles 26 de agosto, fue programado por el Departamento de Justicia Criminal de Texas, la ejecución de Bernardo Abán Tercero, quien se convertiría en el primer nicaragüense en la historia en que le sea aplicada pena capital en ese país.
Aunque ya todo fue programado por las autoridades gringas, aún falta ver si las gestiones de los asesores legales, organismos de Derechos Humanos, familiares y amigos, logran que el gobernador de Texas, Greg Abbott, o un juez competente cambie la pena capital por cadena perpetua.
Como parte del ritual previo a la ejecución, el condenado es trasladado un día antes a Huntsville, y ubicado en un área cercana a la sala de muerte, donde es vigilado de forma permanente.
En el lugar se le entrega un reloj y el reo elige los últimos alimentos que desea ingerir. Luego de 7 a las 10 de la noche, puede ser visitado por amigos y familiares. Seguidamente puede ver televisión o leer.
El día de la ejecución, el condenado recibe ropa especial, luego es llevado a la sala donde hacen su declaración verbal o escrita, que serán las últimas de su vida, para pedir perdón a sus familiares o a sus víctimas, o se reserva el derecho de guardar silencio.
Posteriormente es acostado en una camilla, lo atan con unos cinturones de seguridad y el personal médico aplica con jeringas en sus venas el suero con los fármacos que le provocarán su muerte en un lapso de 7 a 10 minutos.
Bernardo Abán Tercero fue sentenciado a la pena capital por la muerte del profesor Robert Berger, durante un asalto en una lavandería de Houston frente a la hija de tres años de la víctima, el 31 de marzo de 1997.
De ser ejecutado, Bernardo Tercero sería velado primero en una funeraria de Texas, y luego su cuerpo sería repatriado a su natal Posoltega, departamento de Chinandega.