La excesiva ingesta alcohólica mandó al otro mundo a Reynaldo Antonio Rodríguez González, de 52 años, mientras descansaba en la acera de un banco en uno de los barrios de Jalapa, Nueva Segovia.
Fue un guarda de seguridad de la entidad bancaria quien encontró el cuerpo sin vida del tomador consuetudinario, que falleció por un paro cardíaco, según dictamen del médico forense José Noguera.
De igual manera, Luis Enrique Toruño Cano, de 61 años, falleció a causa de intoxicación alcohólica de los semáforos de la Villa Miguel Gutiérrez media cuadra arriba en el Distrito Seis, de Managua, de donde su cadáver fue trasladado al Instituto de Medicina Legal.