Los huesitos hallados en la panza del cocodrilo que fue sacrificado en el río Matina, en Costa Rica, no eran los del niño matagalpino Julio Otero Fernández, de 8 años, devorado por uno de esos reptiles el pasado 30 de octubre.
El señor Julio Rubén Otero, padre del niño, dijo que eso le confirmó un patólogo en la Medicatura Forense de Heredia, cuando llegó a preguntar por los exámenes que se le harían a los huesos y cabellos hallados en el cocodrilo.
Don Julio Otero explicó que viajó cien kilómetros y gastó más de 30 dólares en pasajes, para ir a Heredia y saber si los restos hallados dentro del animal son los de su hijo.
El niño Julio Otero Fernández murió el pasado 30 de octubre, cuando el cocodrilo lo atacó y arrastró el río en presencia de su señora madre.
26 días después, una persona sacrificó a un cocodrilo en la zona donde ocurrió el mortal ataque, encontrando en su barriga huesos y cabellos.
Sin embargo, pasaron 11 días y los forenses costarricenses, no le habían confirmado a don Julio si los restos hallados en el animal eran los del muchachito.
Por esa razón el señor Otero viajó desde Matina, provincia de Limón, hacia Heredia, y al entrar a la oficina forense los funcionarios ticos le reprocharon por llegar sin avisar.
Como en ese momento nadie le daba respuesta, el nica pidió hablar con el médico que lleva el caso, y cuando se lo pusieron al teléfono le aseguró que los huesitos no eran humanos, por lo cual no hubo necesidad de hacerle los análisis.
Ante el reclamo del padre, el patólogo le dijo que se fuera y que lo llame dentro de 15 días para ver qué hay de nuevo en torno al caso.
Ahora don Julio Otero está más afligido porque tiene miedo de que le pierdan los huesitos, que creen son los de su hijo y quiere ir a enterrarlos a Matagalpa.
Por otra parte, tras ser sacrificado el animal, las autoridades ambientales costarricenses anunciaron que investigarán para que pague penalmente el responsable de haber sacrificado al cocodrilo.