El informe preliminar del Instituto de Medicina Legal sobre el asesinato del empresario Alejandro Ernesto Colston Mejía, de 62 años, revela que este murió a causa de golpes contundentes en la cabeza y la cara que le causaron al menos cuatro heridas de entre tres y seis centímetros de largo.
En la revisión realizada por la doctora María Mercedes Alemán Norori, se determinó que el cuerpo presentaba una herida irregular de origen contuso en la región parietal derecha de tres centímetros de largo y un centímetro de profundidad.
Además, tenía una herida con figura irregular a nivel del occipital derecho de 6 centímetros de largo y un centímetro de ancho; fractura irregular de la tabla ósea a nivel de la región occipital, lesiones de poli contusiones a nivel facial, y aproximadamente 36 a 48 horas de fallecido, al momento de ser encontrado.
Se conoció que el Instituto de Medicina Legal aún estudia los líquidos encontrados en el cadáver, para determinar si pudo haber sido envenenado o si tomó licor antes de su muerte.
El cuerpo del señor Colston Mejía fue hallado en estado de descomposición, dos días después de haber desaparecido, dentro del valijero de un auto marca Jaguar, el cual fue dejado estacionado por desconocidos en el parqueo de consulta externa del hospital “Humberto Alvarado Vásquez”, de la ciudad de Masaya.
Doña Lilliam Mejía Sánchez de Colston, dijo que le pareció extraño que su hijo no andaba en su carro marca Mercedes Benz, ya que el auto en que apareció sin vida es del ingeniero Carlos Canales, de quien era muy amigo.
La madre del infortunado indicó que un reloj de oro que don Alejandro heredó de su padre, desapareció junto a su cartera y su celular.
La señora de 90 años relató que el martes en la mañana fue la última vez que vio a su hijo, y manifestó que este andaba sus tarjetas del seguro social, ya que era quien la llevaba al hospital porque ella no puede caminar.
Doña Lilliam aseguró que el empresario era su hijo cumiche. Hace 10 años una hija falleció a causa de una enfermedad terminal.
Don Alejandro era sobrino del Poeta Ernesto Mejía Sánchez, era padre de dos hijos, de 30 y 32 años, y vivía con su esposa Martha Lucia Balladares Debayle, de 59 años de edad, en una lujosa propiedad ubicada en Valle Gothel, en Nindirí, Masaya.
Por su parte, la doctora Daysi María Colston destacó que su hermano era un hombre honesto, limpio, correcto, no andaba metido en tráfico de drogas, ni de alcohol, era un hombre sano.
Asegura que el día que desapareció su hermano tenía previsto realizar diligencias personales.
Explicó que últimamente, don Alejandro estaba ocupado en unas máquinas que recientemente había traído de Estados Unidos para su empresa de desarrollo energético, en la cual laboraba con un socio.
Años atrás, don Alejandro fue propietario de Transportes Colston, en el departamento de Granada, donde llegó a tener más de 30 buses.
Su hermana recuerda que también tuvo una empresa de motocicletas, luego una de turismo, y posteriormente optó por otros negocios.
Aparente el empresario Colston presentía que algo le podría pasar a él o su familia, pues estuvo dando recomendaciones al personal que labora en su casa, solo días antes de que lo mataran.
«Últimamente me decía: ‘mirá Aurita, cuando salga la Martita enllavá, no me le abrás a nadie, que si mandan a decir que des algo, no lo des’. Yo le dije: ‘no se preocupe, si usted no está yo no tengo por qué darle nada a nadie, vaya tranquilo’», dijo doña Aura Guerrero, asistente del hogar de la casa del señor Alejandro Colston.
El viernes, familiares del empresario retiraron su cuerpo del Instituto de Medicina Legal (IML), para realizarle una misa de cuerpo presente en la iglesia La Merced, de Granada y luego le dieron cristiana sepultura en esa ciudad.
Las investigaciones están a cargo de la Dirección de Auxilio Judicial Nacional (DAJ), quienes trabajan en la identificación de abudantes huellas dactilares que encontraron en el auto donde lo encontraron asesinado.