Comerse las uñas implica mucho más que tener unas manos no muy presentables.
Este mal hábito duplica el riesgo de adquirir enfermedades infecciosas como gripe y hepatitis A, debilita el sistema inmunológico y esconde enfermedades mentales como trastorno bipolar o esquizofrenia.
Así que preste atención a ese impulso involuntario y evite seguir haciéndolo porque ya sabes que no es solo cuestión de belleza.