1. Estamos diseñados para ello. Un estudio realizado en la Universidad de Princeton, (EU) revela que el cerebro humano está equipado con neuronas que le ayudan a encontrar los labios de su pareja tanto con los ojos cerrados como en espacios sin luz.
2. Todo se activa. Al juntar nuestra boca con la de otra persona, el sistema límbico, situado en el centro del cerebro, se encarga de transmitir esta información a otras áreas como la corteza o al tronco del encéfalo que regula los mecanismos vegetativos de la respiración, el ritmo cardiaco, la tensión arterial, el tono muscular, la salivación o la secreción hormonal.
3. Alivia el dolor. Cuando besamos apasionadamente se liberan hormonas, como las endorfinas, que generan una sensación de bienestar y tienen efecto analgésico.
4. Todo lo altera. También es posible que otros sistemas de neurotransmisores y hormonas se relacionen en el beso, como el GABA, que modula las respuestas de tranquilidad o relajación, y el sistema endorfínico.